Amores cedidos, amores fatales…o geniales

Una historia de un amor brasileño fugaz en Sevilla
Antony mirando al cielo celebrando un gol en el Real Betis 3 - 0 Real Sociedad

“Como una ola tu amor llegó a mi vida, como una ola de fuego y de caricias…” Así, al son de Rocío Jurado ha llegado Antony a Sevilla como una ola de amor, de goles, pero sobre todo de felicidad.

Nunca te enamores de un cedido, eso suelen decir. Son amores fugaces, romances de unos meses o incluso de unos partidos. Dejan un sabor de boca plácido, pero que se diluye y se nos va escapando. Como ese dulce tras el almuerzo o un atardecer que sabes que se irá, pero lo disfrutas como nunca y esperas apreciarlo de nuevo.

Lo de Antony con el Real Betis, es ese amor de verano, ese quiero y no puedo y esa risa tras el llanto. El brasileño está siendo como agua de mayo. Ha llegado a Heliópolis con un arte descomunal, con un salero rebosante y sin bailar sevillanas parece que lo haga cuando toca la bola en la banda verdiblanca.

Recuerdos de Oliveira y Joaquín, anhelos y deseos de antaño. La ofensiva bética ha tenido una revelación de los ataques del pasado, caricias a una pelota y abrazos de gol. El brasileño ha aterrizado en la Avenida de la Palmera y le estaba esperando lo que un día Ricardo Oliveira se encontró, un joven con ganas de brillar. El canterano, Jesús Rodríguez ha llegado a la élite y ve en los ojos de Antony lo que un día quisiera ser. El brasileño ve en la mirada de Jesús lo que un día él fue, un joven diferente, en un fútbol poco original que quiso destacar y hacer regates, encares y fintas que pararan el tiempo.

La felicidad rebosante de un Villamarín colosal muestra su cariño a Antony cuando éste hace sus piruetas al saltar. Antony y el Betis, el Betis y Antony no se sabe qué será, pero sea lo que sea, está siendo un amor genial.

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