El Santiago Bernabéu vivió el pasado sábado dos emotivos adioses. Sin embargo, la historia reciente del Real Madrid está marcada por despedidas frías que aún duelen entre los aficionados.
El Bernabéu se rindió a dos gigantes
El 24 de mayo de 2025 quedará en la memoria del madridismo como una noche de emociones cruzadas. Luka Modric, el arquitecto silencioso del centro del campo durante más de una década, y Carlo Ancelotti, el entrenador que devolvió la calma y la gloria, fueron ovacionados por un Santiago Bernabéu entregado. Hubo pancartas, lágrimas, abrazos y hasta un pasillo simbólico. Fue un acto sentido, sin estridencias, pero cargado de gratitud.
La escena reabrió una herida que en el madridismo nunca termina de cicatrizar: ¿por qué estas despedidas tan sentidas no han sido siempre la norma en el club?
Adioses fríos en la historia del Real Madrid
Basta con repasar algunos casos recientes. Iker Casillas, capitán y emblema, se despidió en una sala de prensa, solo y entre sollozos. Sergio Ramos, tras 16 temporadas, se marchó en un acto institucional breve y sin público. Cristiano Ronaldo, máximo goleador histórico, se fue sin una rueda de prensa, sin una ovación en el campo, casi en silencio.
Estas formas han sido objeto de crítica incluso dentro del propio madridismo, que muchas veces ha sentido que la institución no estuvo a la altura de lo que representaron sus ídolos. En contraposición, clubes como el Barcelona han sabido convertir las despedidas en eventos multitudinarios de celebración.
Modric y Ancelotti: el cambio que pide el Bernabéu
La despedida de Modric y Ancelotti ha sido diferente. El club supo captar el sentir del aficionado, y aunque no hubo grandes producciones, sí hubo corazón. El pasillo del vestuario, los aplausos eternos y el reconocimiento unánime desde la grada marcaron una diferencia. Muchos lo han visto como un giro en la forma en que el club gestiona el adiós de sus leyendas.
¿Será este el inicio de una nueva era donde el Real Madrid rinda homenaje con más humanidad a quienes marcaron su historia? Si algo quedó claro el sábado, es que el Bernabéu tiene memoria… y que sabe cuándo decir gracias.
