Anoche, en la derrota 3-0 frente al Chelsea, en Stamford Bridge, la noche empezó torcida para el Barcelona, pero fue Ronald Araújo quien terminó de inclinar definitivamente la pendiente. A los 44 minutos, con el equipo ya perdiendo 1-0 tras el autogol de Jules Koundé, el capitán azulgrana llegó tarde a un balón dividido con Marc Cucurella y Slavko Vincic no pudo hacer otra cosa que sacarle la segunda amarilla y echarlo. El uruguayo se fue sin quejarse, serio, consciente de que había cometido otro error grave, a los que ya tiene acostumbrado a los aficionados culés. Lo peor es que había sido amonestado minutos antes por una protesta innecesaria, otra muestra de la falta de control emocional del ‘4’.
La expulsión quebró lo poco que estaba aguantando el Barcelona, era lo que faltaba para entregar totalmente el control al Chelsea y borrar cualquier atisbo de competitividad. El conjunto londinense, ya dominador antes, encontró una autopista abierta para dar el golpe definitivo. Stamford Bridge apretaba, y el Barça volvía a revivir un patrón ya conocido, una noche grande en Europa convertida en una complicación, por un error no forzado, que termina en derrota.
Nada nuevo para Araújo
No es un episodio aislado en la carrera de Araújo. Desde su llegada al primer equipo acumula cuatro expulsiones, dos de ellas en Champions League: la roja ante el PSG en 2024, la debacle del 1-4, y aquella semifinal contra el Inter en 2025 en la que su entrada en la prórroga, pensada para aportar solidez, terminó dejando dos acciones que quedaron grabadas en la eliminación. También figura su error en la Supercopa de España frente al Real Madrid, con el penalti sobre Vinicius y la segunda amarilla que liquidó la final.
Araújo, comprometido, eso es innegable, poderoso en duelos y decisivo en la mayoría de los Clásicos, parece perder esa claridad en noches de máxima tensión europea. Con sistemas que exigen precisión quirúrgica, como el de Flick, con la línea alta, achiques constantes y una lectura fina del timing defensivo, suele vivir en esa frontera peligrosa entre la valentía y la imprudencia. En Londres volvió a cruzarla. La entrada sobre Cucurella llegó cuando ya tenía encima una tarjeta que no podía permitirse. Y dejó a su equipo completamente expuesto.
La derrota que evidenció los límites del Barça de Flick
Hasta la roja, el Barça había sobrevivido como podía. Estaba impreciso, sometido al empuje físico de un Chelsea muy enérgico, pero con vida. Ferran Torres tuvo el 0-1 a los cinco minutos y ese fallo abrió un partido que podía haber sido otro. Pero Enzo Fernández amenazaba constantemente, Cucurella desbordaba por dentro, a la vez que frenaba a Lamine Yamal, y Estevao, superior en todo, encendía cada transición. Los dos goles anulados a los ingleses eran advertencias claras. Con diez, el equipo se derritió.
El 2-0 de Estevao, una obra de arte tras una conducción venenosa, terminó por desnudar el caos del bloque defensivo. El 3-0 de Liam Delap fue la gota que colmó el vaso de una noche donde el Barça volvió a mostrarse frágil, lento en las ayudas y psicológico rehén de cada golpe. Flick, templado pero visiblemente incómodo, reconoció en rueda de prenda: «No sé qué pasó con la primera tarjeta amarilla. Tengo que hablar con él y ver los vídeos, y la segunda no tendrían que haber entrado así. Pero son cosas que pasan en el fútbol. No era el momento adecuado ni la jugada, pero ha sido así«. También remarcó que el Chelsea fue más físico, más agresivo, más dinámico, exactamente aquello que él exige a su equipo y que no logró sostener. Aunque eso sí, el alemán no dejó de ser positivo, y dijo que: «Veremos a otro Barça, lo puedo prometer. Veo cómo entrenamos, la intensidad y la calidad y es diferente de hace unas semanas… tengo buenas sensaciones«.
La situación de Araújo y el dilema en el Barça
La expulsión en Londres no solo complica el presente europeo del Barcelona, siete puntos en cinco jornadas y un Top 8 cada vez más lejos, también reabre el debate de todos los años. Araújo, capitán y líder, es al mismo tiempo protagonista recurrente de errores que costaron eliminaciones y partidos decisivos. Su adaptación al modelo de Flick sigue siendo malo, y su impulso natural, ir al cruce, corregir con potencia y arriesgar, no siempre encaja con una defensa que pide control y lectura colectiva.
Las estadísticas no ayudan. Cuando Araújo y Frenkie de Jong, capitanes, coinciden como titulares en Europa, el Barça solo ganó el 31% de los partidos desde 2020. Sin ellos, la cifra se dispara. No es culpa individual, pero sí un síntoma. El club vive en una paradoja hace años, el uruguayo es uno de los jugadores más respetados del vestuario, un futbolista que suele sostener al equipo y que encarna el espíritu competitivo que tantas veces faltó. Pero también es el protagonista de noches que terminan marcando temporadas.
Stamford Bridge fue otra noche negra en la que el capitán se marchó masticando en silencio, consciente de que esta vez no había excusas. Y una noche que deja, nuevamente, la pregunta abierta de cómo gestionará el Barça a un arma de doble filo como Ronald Araújo.






