El Arsenal arrancó su andadura en la Champions con un triunfo sólido en San Mamés (0-2) que vale mucho más que tres puntos: fue la demostración práctica de que la plantilla ha dado un salto cualitativo. Sin los titulares más esperados, el equipo no se descompuso; supo aguantar, jugar sus cartas y resolver cuando tocó.
Refuerzo de plantilla
El verano trajo refuerzos pensados para aumentar el fondo de armario. Fichajes como Eberechi Eze y Noni Madueke han ampliado las opciones tácticas de Mikel Arteta y han dado alternativas de calidad desde el banquillo. Ese volumen y esa versatilidad fueron determinantes anoche: el equipo pudo sustituir piezas sin perder identidad ni nivel competitivo.
Sin odegaard ni saka
Las ausencias de Martin Odegaard y Bukayo Saka, dos piezas centrales, no descuadraron al Arsenal. Lejos de arrugarse, el equipo mantuvo el plan defensivo y ofensivo, aguantó el empuje local en momentos clave y esperó su momento para atacar con claridad.
Los revulsivos que resolvieron
En la segunda mitad entraron jugadores con ADN ofensivo que cambiaron el ritmo: Gabriel Martinelli apareció para definir una contra letal y abrir el marcador; Leandro Trossard, desde el banquillo, aseguró el partido con un remate dentro del área tras una acción convulsa. Dos goles de impacto que ilustran la idea: el banquillo del Arsenal ya es una arma real.
Un triunfo con mensaje
La diferencia con la pasada temporada es evidente: entonces la plantilla acusaba falta de alternativas y sufría cuando tocaba rotar; hoy el club dispone de recambios de primer nivel que permiten mantener intensidad y puntería incluso con cambios forzados. Arteta no solo tiene un once; tiene soluciones.
El 0-2 en San Mamés no es solo una victoria: es la confirmación de que el Arsenal ha construido un fondo de armario capaz de marcar diferencias en Europa. Si las ausencias se siguen gestionando así, el equipo dará argumentos para pensar en ambición real en todas las competiciones.
