Brahim brilla en la Copa África confirmando una decisión estratégica

La decisión de que Brahim Díaz eligiese defender la camiseta de la selección marroquí dio mucho de que hablar, incluso generó cierta polémica en su día. Con el tiempo, esta controversia entre Brahim, la selección española y la marroquí quedó en el olvido con el triunfo de la Eurocopa 2024 de la selección española. Ahora, no es una opinión popular en todos los ámbitos, pero la realidad es clara y es que la elección de Brahim Díaz de jugar con Marruecos ha sido un acierto absoluto, tanto para el futbolista como para el Real Madrid. Deportivamente, el contexto le ha permitido crecer y asumir un rol protagonista; económicamente, su proyección se ha disparado, con un impacto comercial que también beneficia al club blanco. Aunque es complicado cuantificarlo, su presencia con la selección marroquí le reporta unos ingresos anuales superiores a los 650.000 euros, una cifra que explica el por qué esta decisión ha sido estratégica en todos los sentidos.

La Copa África tiene muchos focos, pero uno brilla con especial intensidad. Y es que el atacante del Real Madrid se ha convertido en el gran símbolo del torneo para la afición local, trascendiendo lo estrictamente deportivo para instalarse en el imaginario colectivo marroquí.

Desde que decidió defender la camiseta de Marruecos, Brahim ha encontrado un contexto ideal para explotar su talento y asumir responsabilidades. La apuesta de la federación marroquí, liderada por Walid Regragui, ha tenido recompensa inmediata. El jugador responde con liderazgo, personalidad y goles, pero sobre todo con una influencia constante en el juego que le ha convertido en el faro del equipo anfitrión. Su inicio de torneo, con tres tantos en tres encuentros, es solo una parte de su impacto real.

Marruecos afronta ahora la siguiente fase tras vencer en el cierre de la fase de grupos ante Zambia, condicionado por un empate inesperado frente a Mali, motivo que avisa a Marruecos a que no baje la guardia ahora en adelante. Aun así, el optimismo sigue intacto, y gran parte de esa confianza descansa en el futbolista nacido en Málaga. Cada balón que toca genera expectación, cada gesto provoca reacción en la grada.

Su imagen se ha integrado en campañas sociales, educativas y comerciales que recorren el país. Es el rostro de una idea: la de un Marruecos moderno, ambicioso y convencido de su potencial. Bajo lemas que apelan al esfuerzo y a la identidad, el jugador representa una mentalidad que conecta con una generación joven y con un país que mira al futuro.

La devoción quedó clara incluso en los actos institucionales del torneo, donde Brahim fue el centro de atención. Marruecos siempre ha vivido el fútbol con pasión, pero ahora lo hace con una figura total, llamada a marcar una época y a liderar un proyecto que sueña en grande, también pensando en el horizonte del Mundial 2030.

Compartir:

Últimas Noticias

Opiniones