El Atlético de Madrid aterriza en el Mundial de Clubes 2025 con la ilusión de conquistar un título que le permitiría, por fin, levantar un trofeo planetario.
No es solo un torneo más: es una oportunidad única para reivindicarse a nivel global y escribir un capítulo que todavía le falta en su historia. Pero para lograrlo, el equipo de Simeone tendrá que superar un grupo que, sobre el papel, no perdona: Paris Saint-Germain, Seattle Sounders y Botafogo.
Aunque el Atleti ha sido protagonista en Europa durante más de una década, su camino fuera del continente siempre ha estado lleno de matices. Perdió la Intercontinental de 1974 ante Independiente (aunque ni siquiera había ganado la Champions), y aunque ha sumado Supercopas de Europa y dos títulos continentales con el Cholo, lo global se le ha resistido. Este Mundial, con formato ampliado y rivales de todos los continentes, le da la oportunidad de quitarse esa espinita.
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El grupo del Atlético
Pero primero, hay que sobrevivir al grupo. El PSG llega como el rival más temido: un equipo acostumbrado a competir al más alto nivel, plagado de talento y con un estilo ofensivo muy diferente al del Atlético. Será un choque de identidades. Simeone, con su solidez y rigor táctico, se enfrentará al caos controlado del equipo francés, que puede desequilibrar un partido en una jugada, pero también dejar espacios que el Atleti sabe aprovechar.
Seattle Sounders representa el modelo norteamericano: intensidad, orden, y una cultura futbolística en crecimiento. No será el rival más brillante técnicamente, pero sí físico, competitivo y muy adaptado al entorno. En un torneo que se juega en su continente, puede dar guerra a cualquiera. Y después está Botafogo, uno de los clubes históricos de Brasil que vuelve al primer plano internacional. La tradición sudamericana se mezcla con juventud y talento puro, algo que el Atlético ha sufrido más de una vez en competiciones intercontinentales.
Este grupo no solo pondrá a prueba al Atlético en lo futbolístico, sino también en lo mental. Será un test de madurez para un equipo que lleva años luchando por títulos importantes, pero que a nivel global aún no ha dado ese golpe sobre la mesa. Es el momento de ver si esa identidad tan reconocible del Cholo puede adaptarse y triunfar frente a estilos de juego completamente distintos.
Más allá de nombres y estadísticas, este Mundial es un reto cultural, táctico y emocional para el Atlético. Un paso más hacia convertirse no solo en un gigante europeo, sino en un club con verdadera dimensión mundial.
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