En un fútbol dominado por los clubes con petrodólares y gigantes económicos, el Eintracht Frankfurt ha demostrado que hay otra forma de competir. Su secretaría técnica, liderada por Markus Krösche, en un auténtico ejemplo para clubes de Europa. Con una inversión mínima y una visión estratégica, el equipo alemán ha logrado vender a ocho jugadores por un total de 471 millones de euros, habiendo desembolsado apenas 57,5 millones por sus adquisiciones.
De lo barato a lo millonario
La lista de operaciones exitosas es impresionante: Randal Kolo Muani llegó libre en 2022 y fue vendido al PSG por 95 millones; Omar Marmoush, también sin coste, se marchó al Manchester City por 75 millones; y Hugo Ekitike, adquirido por 16,5 millones, acaba de ser traspasado al Liverpool por 95 millones. A estos casos se suman los de Luka Jovic (vendido al Real Madrid por 63 millones tras costar 6) o Sebastian Haller (traspasado al West Ham por 50 millones después de una inversión de 12).
Krösche lo explica con claridad: “Vender jugadores forma parte de mi trabajo. No me lo tomo como algo emocional. Es negocio”. Su rol, junto a un cuerpo técnico (psicología, nutrición, instalaciones), convierte al Eintracht en una fábrica de talento que atrae aspirantes a grandes ligas como trampolín para su carrera. Además, este modelo no ha perjudicado el rendimiento en el campo. El Eintracht conquistó la Europa League en 2022 y firmó un histórico tercer puesto en la pasada temporada de la Bundesliga (2024‑25). Con los goles de Ekitike (22 golesy 12 asistencias) y Marmoush (20 goles y 13 asistencias), aseguró su pase a la Champions League.
El milagro económico parece imparable, solo en delanteros, el club ha generado más de 345 M€ en beneficios netos en seis años. Y vienen más. Jonathan Burkardt llega con cartel, tras dejar el Mainz con 19 goles, como posible próximo gran negocio. Su perfil encaja al 100 % en la fórmula Eintracht: jóvenes, versátiles, con margen y hambre de crecer.
