El Girona se desploma tras rozar la gloria europea. El equipo que maravilló a Europa con su fútbol de autor, vive ahora una crisis inesperada: ocho partidos sin ganar y una defensa que hace aguas han encendido las alarmas en Montilivi. La euforia por la Champions se ha desvanecido, y el objetivo ya no es soñar, sino sobrevivir.
De codearse con los grandes a mirar de reojo el descenso
Lo que parecía el cuento de hadas más bonito del fútbol español ha comenzado a teñirse de sombras. El Girona, que llegó a liderar LaLiga en varias jornadas y certificó una histórica clasificación a Champions a principios de temporada, ha encadenado ocho jornadas consecutivas sin conocer la victoria (cinco derrotas y tres empates), acumulando tan solo tres puntos de los últimos 24 posibles.
Este desplome lo ha sacado de las posiciones de privilegio y lo ha dejado anímicamente tocado. De sumar 81 puntos el curso pasado, ahora apenas alcanzan 34 puntos tras 30 fechas, viendo cómo el colchón sobre el descenso se reduce peligrosamente. La defensa, una de las más fiables en el primer tramo de campaña, ha encajado 17 goles en los últimos ocho partidos, convirtiéndose en una de las más frágiles del campeonato.
El técnico Míchel, aún respaldado por la directiva, ha reconocido en rueda de prensa que el equipo ha perdido “alegría, confianza y agresividad”, y ha pedido unidad para recuperar el rumbo. “Nosotros no somos candidatos a nada si no competimos como lo hicimos antes”, sentenció tras la última derrota en casa.
El miedo a perder lo ganado: entre la presión y el desgaste
Más allá de lo futbolístico, el Girona sufre también las consecuencias de su propio éxito. La presión de haber tocado el cielo con la clasificación a Champions ha generado un efecto boomerang: la plantilla muestra signos de agotamiento físico y mental, y rivales que antes respetaban su juego ahora lo atacan sin piedad.
El bajón de rendimiento individual también es evidente. Jugadores clave como Savinho, Aleix García o Tsygankov han bajado su nivel, y la falta de rotaciones ha pasado factura. A esto se suma un calendario temible: en abril se enfrentan a Osasuna, Athletic y Atlético, partidos donde sumar será vital para no entrar en zona roja.
La afición, que no deja de apoyar en Montilivi, pasa de soñar con Anfield o San Siro a hacer cábalas para mantenerse en Primera. Y la pregunta empieza a sonar fuerte en los medios: ¿Es este Girona un gigante con pies de barro o simplemente un equipo agotado que necesita reencontrarse?
El Girona se despide de la Champions League con la ambición de volver a disfrutarla algún día
— Girona FC (@GironaFC_ES) January 30, 2025
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El Girona se desploma tras rozar la gloria europea. Aún tiene tiempo para revertir la situación, pero necesita recuperar su identidad y levantar el ánimo. Lo que parecía una fiesta sin fin se ha convertido en una montaña rusa emocional. En el fútbol, como en la vida, del cielo al infierno hay un mal pase.