Volvía el Oviedo a disfrutar de un partido de 1ª División en casa, el Carlos Tartiere, 24 años después. Curiosamente ante el mismo rival con el que disputó su último encuentro en la máxima categoría en Asturias, el Real Madrid. Y aunque el tiempo ha pasado, el espíritu y la ilusión era la misma, o incluso más. Eso sí, pronto se dieron cuenta de que Mbappé es mucho Mbappé.
La timidez del Oviedo la disfrutó el Real Madrid
La afición ovetense demostró que tenía ganas de volver, sin embargo su equipo arrancó el encuentro algo dubitativo y no muy seguro de sí mismo. Esto lo aprovechó un Madrid muy serio, ordenado y con sacrificio. Xabi había movido el avispero en el once, debut de Mastantuono como titular, la vuelta de Carvajal y, sobre todo, la novedad de Rodrygo.
Los merengues querían cortar por la vía rápida cualquier atisbo de duda que había quedado en el primer partido ante Osasuna, y Mbappé (una vez más) se encargó de materializarlo. La asistencia de Güler fue excelente, pero el reverso y definición del francés de clase mundial. Eso sí, previamente los de Paunovic pidieron falta previa a ese gol, en la recuperación de Tchouamení. No fue nada para De Burgos Bengoetxea.
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La primera parte prosiguió con tranquilidad para el Real Madrid, con seriedad y mucho control de balón. El Oviedo apenas asustaba a Courtois que casi no usó las manos.
Segunda parte y cambio de película
En la segunda mitad todo fue distinto. El Madrid salió algo dormido, quizás con exceso de confianza visto lo de la primera parte. Pero el Oviedo se sacudió los nervios y tiró para delante. Rapidez de juego, transiciones veloces, y muchas ganas de atacar. A los de Xabi les costaba defender, incluso Huijsen sufrió más de lo habitual.
De hecho, el propio Huijsen estuvo a punto de cometer penalti sobre Rondón en una acción que dejará que hablar por el empujón claro del madridista sobre el delantero. El colegiado ni fue a revisarlo, y el Tartiere se encendió. Aunque parece que le vino hasta bien porque los suyos se conectaron y demostraron que pueden competir de tú a tú a todo un Real Madrid.
El Oviedo seguía asustando, con peligro y ocasiones cada vez más claras, y el banquillo del Madrid se movió. Salieron Mastantuono y Rodrygo, que estuvieron bien pero no brillantes, y entraron Vinicius y Brahim para darles piernas y oxígeno en ataque y defensa.
Paunovic también cambió sus fichas, Rondón dejó paso a Ovi y Viñas entró por Ilic. Pero la idea era la misma, control del partido y un Madrid entre cansado y desencajado con la forma en la que había cambiado el encuentro.
Vinicius aprendió la lección en el banquillo
Xabi modificó el sistema, implantó el 1-4-2-3-1 metiendo a Gonzalo de nueve por Güler, y poniendo a Mbappé de mediapunta con libertad. Pero el gol lo rozó el Oviedo, en una gran acción el balón le cayó a Sibo, que dejó un precioso zapatazo digno de golazo, pero que el palo escupió. Y como si estuviese guionizado, casi en la siguiente jugada Vinicius robaba un balón con gran picardía, arrancaba y con una gran asistencia regalaba el 2-0 a Mbappé. Sentencia mortal, y cruel, para el Oviedo.
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Era el 83′, pero Vinicius, con muchas ganas por haber empezado en la banca, quería su gol. Xabi agotó los cambios y dio descanso a Mbappé y Carvajal para que entrasen Ceballos y Trent. Justo 3 minutos antes de que Vinicius cerrase el partido con su primer gol fuera de casa en los últimos 7 meses.
El Oviedo y su gente disfrutaron, en un partido en el que dieron la cara, y quizás la única pega fue que Cazorla tan solo disputó 3 minutos. El Madrid ganó, y además no encajó. Un gran partido para la vuelta de un centenario a su casa, en lo que con casi total seguridad será un gran año para ambos equipos.