El peso de la ‘9’ en el Real Madrid: por qué triunfar como delantero no es para cualquiera

La cesión de Endrick al Lyon vuelve a poner el foco en una camiseta histórica que exige goles inmediatos y no concede margen de error
Endrick jugando por el Real Madrid / Via: X @realmadrid

La cesión de Endrick al Olympique de Lyon hasta el final de la temporada no es solo un movimiento de mercado ni una solución puntual para ganar minutos, sino otro ejemplo de lo complejo que resulta triunfar como delantero centro en el Real Madrid, un club donde el margen de paciencia es mínimo y donde, además, el peso simbólico del dorsal 9 multiplica la presión.

En un año y medio en Madrid, su protagonismo fue muy reducido, hasta el punto de haber disputado solo tres partidos oficiales esta temporada; con 99 minutos en total y 15 encuentros completos sin salir del banquillo. Cifras claramente insuficientes para un delantero señalado como apuesta de futuro.

La fuerte competencia ofensiva, un contexto poco favorable y la necesidad urgente de continuidad empujaron tanto al club como al jugador a buscar una salida que le permita crecer lejos del foco permanente de Madrid. En Lyon, Endrick encontrará un escenario distinto, con más protagonismo, menos presión inmediata y mayor margen de error, algo casi inexistente en el Real Madrid, especialmente para un delantero centro.

Es una camiseta cargada de historia que exige rendimiento inmediato, personalidad y una resistencia constante al escrutinio. Antes de Kylian Mbappé, la vistieron leyendas como Karim Benzema, Cristiano Ronaldo, Fernando Morientes, Hugo Sánchez, Iván Zamorano o Alfredo Di Stéfano, futbolistas que no solo marcaron goles, sino épocas enteras. Ese legado convierte cada ocasión fallada en un juicio inmediato y explica por qué no todos logran sobrevivir a la exigencia que implica ser el ‘9’ del Real Madrid.

El argentino llegó en 2007 procedente del FC Barcelona como uno de los grandes fichajes del verano. Venía de rendir a gran nivel en clubes importantes y fue presentado en el Santiago Bernabéu ante miles de aficionados. La realidad fue muy distinta a lo esperado. Raúl, Van Nistelrooy e Higuaín cerraron casi por completo las puertas del once. Ni Bernd Schuster ni Juande Ramos le dieron continuidad. En dos temporadas, Saviola disputó apenas 31 partidos, con cinco goles y una asistencia.

Con el paso del tiempo, el propio jugador reconoció que su etapa en el Real Madrid fue la más complicada de su carrera, no por el trato humano, sino por la falta de minutos, algo letal para un delantero. Aun así, siempre destacó el orgullo que supone vestir de blanco y cómo el club “te abre las puertas del mundo”.

Formado en La Fábrica, Roberto Soldado cumplió el sueño de cualquier canterano. En la temporada 2007/08 fue el número 9 del primer equipo, disputando 27 partidos y marcando 4 goles.

Años después, el propio Soldado explicó por qué no triunfó: no estaba preparado a nivel personal. Reconoció que no llevaba la vida profesional que exigía el Real Madrid, especialmente siendo tan joven. Falta de descanso, mala alimentación y poca conciencia de la magnitud de la oportunidad. El club acabó vendiéndolo al Getafe, cerrando una etapa que él mismo considera una lección para las nuevas generaciones.

La salida del brasileño lo ubica, por el momento, entre los delanteros que no consiguieron asentarse en un club donde el contexto rara vez se adapta al proceso individual y donde el rendimiento inmediato pesa más que la proyección. Para un número 9 del Real Madrid, la exigencia es aún mayor: cada intervención se evalúa desde la comparación constante con una historia cargada de referencias.

Aun así, el caso de Endrick admite matices. Su edad, su recorrido formativo y sus condiciones futbolísticas indican que el margen de crecimiento sigue siendo amplio. Lyon representa un paso lógico dentro de una carrera que necesita continuidad competitiva y minutos estables. Más que una prueba definitiva, será un espacio para consolidar hábitos, ritmo y lectura del juego.

Endrick es un delantero físicamente potente, técnicamente competente y con una capacidad de finalización que ya ha mostrado en distintos contextos. No se trata de una promesa abstracta ni de un proyecto a largo plazo sin bases, sino de un futbolista que aún debe transformar su potencial en rendimiento sostenido. En el Real Madrid ese proceso no fue posible; fuera de él, todavía puede desarrollarse con normalidad. Su futuro dependerá menos del discurso y más de la regularidad que consiga a partir de ahora.

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