El sueño americano del Real Madrid se desvaneció bajo las luces del MetLife Stadium. El PSG se convirtió en el segundo finalista del Mundial de Clubes tras imponerse con autoridad al conjunto blanco (4-0) en una semifinal que apenas necesitó diez minutos para inclinarse del lado parisino. Los errores de Asencio y Rüdiger, impropios de un partido de esta talla, sirvieron en bandeja los dos tantos tempraneros a los de Luis Enrique, que no perdonaron.
La primera parte fue un monólogo del PSG. El equipo francés dominó cada parcela del campo y exhibió esa versión arrolladora que lo ha acompañado durante toda la temporada. Al descanso, la diferencia entre ambos conjuntos era abrumadora, nueve disparos del PSG por uno del Madrid. El equipo de Xabi Alonso no logró en ningún momento inquietar a Donnarumma, convertido en un espectador de lujo ante la inoperancia ofensiva de los blancos.
La segunda mitad trajo consigo un espejismo. Un Real Madrid distinto, con algo más de alma y algo menos de miedo, pareció salir al campo con intención de buscarle las cosquillas a un PSG que ya había hecho casi todo el trabajo en los primeros 45 minutos. Hubo ganas, sí, pero no hubo soluciones. Xabi Alonso no logró encontrar la fórmula para romper el orden parisino, y con el paso de los minutos, las fuerzas se diluyeron en el mismo lugar donde antes había esperanza. Cuando el partido agonizaba, Gonçalo Ramos firmó el cuarto gol de los de Luis Enrique y selló una goleada, precioso gesto del delantero portugués recordando a su compatriota Diogo Jota.
El regreso de Carvajal y Militão
Pese al resultado, el Madrid pudo rescatar dos buenas noticias entre los restos del naufragio, el regreso de Dani Carvajal y Éder Militão, 238 y 277 días después de sus respectivas lesiones. Jugadores fundamentales que, en medio del vendaval, ofrecieron al menos una bocanada de futuro en un equipo que aún no encuentra su identidad.
Porque si algo dejó claro este duelo, es que hay trabajo para todos, para Xabi, que cursa el primer año de una carrera endiablada al frente de un Real Madrid en construcción, para un club que ha fichado a dos defensas, negocia con un tercero, y aún parece corto de efectivos en la zaga y en la sala de máquinas, donde Vitinha mostró todo lo que el conjunto blanco añora. Y también para algunos jugadores, que siguen anclados en un fútbol sin balón que ya no compite en la élite.
