España ya está clasificada al Mundial 2026, vamos a repasar sus últimas tres decepcionantes participaciones. La Roja llegó a Brasil 2014 como campeona del mundo, doble campeona de Europa y con la sensación de que su fútbol era casi inalcanzable. Pero los doce años posteriores demostraron lo contrario, tres Mundiales, tres eliminaciones tempranas y apenas tres victorias totales ante Australia, Irán y Costa Rica. Un desplome que, visto desde la actualidad, marca el fondo del que la Selección intenta seguir saliendo.
Las cifras retratan el derrumbe. Desde Sudáfrica 2010, España jugó diez partidos mundialistas y solo ganó un 30%. En Rusia 2018 y Qatar 2022 ni siquiera logró una victoria en eliminatorias, y en ambos casos su aventura terminó igual, empate, impotencia y eliminación en la tanda de penaltis. Del tocar el cielo en Johannesburgo al juego anticompetitivo, una travesía que dejó en evidencia la falta de continuidad de un proyecto que jamás pudo sostener la identidad de aquella generación irrepetible, o al menos hasta ahora.
Brasil 2014: el derrumbe del campeón
Brasil fue el golpe más duro. No solo por la eliminación en fase de grupos, sino por la manera en que se rompió un equipo que hasta ese momento parecía invulnerable. España llegó a Curitiba como favorita, incluso después de la derrota en la final de la Confederaciones contra Brasil. Pero el debut contra Países Bajos lo cambió todo, un 1-5 demoledor, con Van Persie y Robben desatados, que destruyó de raíz la confianza de un vestuario desgastado.
Cuatro días después, Chile completó la caída con un 0-2 que certificó la eliminación más temprana de un campeón vigente en décadas. El 3-0 a Australia no sirvió de nada más que para despedir a una generación que había conquistado el mundo. Fue el final de Xavi, Villa, Torres o Xabi Alonso en grandes torneos, un cierre amargo para un ciclo que merecía otra puesta en escena. La maldición del campeón se confirmó sin anestesia.
Rusia 2018: improvisación y salida por penaltis
Si Brasil fue un desplome futbolístico, Rusia fue un colapso institucional. A 48 horas del debut, Rubiales destituyó a Julen Lopetegui por anunciar su fichaje por el Real Madrid. Fernando Hierro, que era secretario técnico, asumió de urgencia en un vestuario conmocionado. Desde ahí, la selección nunca encontró estabilidad.
El debut ante Portugal (3-3) dejó buenas sensaciones, pero el juego se diluyó. España solo venció a Irán, empató contra Marruecos en un partido repleto de errores defensivos y llegó a octavos con más dudas que certezas. Allí, ante la anfitriona Rusia, firmó uno de los partidos más impotentes de su historia, 120 minutos de posesión estéril, un solo tiro a puerta y una tanda de penaltis que volvió a condenarla. Koke y Aspas fallaron, como en Qatar fallarían Sarabia, Carlos Soler y Busquets. Otra eliminación idéntica, otro Mundial desperdiciado.
Qatar 2022: del 7-0 a Costa Rica al desierto futbolístico
El Mundial más reciente dejó una paradoja dolorosa, se arrancó con la goleada más grande de la historia española, 7-0 a Costa Rica, y terminó con una de las eliminaciones más frías y previsibles. Tras empatar con Alemania en uno de los mejores partidos de la era Luis Enrique, España volvió a naufragar.
La derrota ante Japón, con nervios y errores , abrió un escenario inquietante que Marruecos terminó por confirmar. En octavos, España no logró marcar ni en 120 minutos ni en la tanda. Todos los penaltis fueron fallados y el equipo quedó fuera de un Mundial que había comenzado como una promesa y terminó siendo un calco de Rusia 2018.
Lo más alarmante fue la repetición de patrones, dominio sin profundidad, falta de reacción ante presión rival, colapso competitivo y, sobre todo, la sensación de que la Selección era un equipo que se deshacía cuando el torneo exigía carácter.
El desafío para 2026
A día de hoy, con España ya está clasificada para 2026 y con una racha histórica de partidos sin perder, se ven diferencias ya. El equipo de De la Fuente intenta construir lo que durante los últimos doce años faltó. Una estructura, una identidad estable y un liderazgo capaz de soportar la exigencia mundialista.
De Sudáfrica a Estados Unidos, Canadá y México van a pasar dieciséis años. En ese tiempo, España ha vivido la caducidad de una generación enorme, la incertidumbre de un recambio forzado y ahora el inicio de una nueva etapa que busca romper con esa tendencia de los tres Mundiales consecutivos sin brillo.
La pregunta, inevitable, es si será 2026 el fin de la década maldita o el inicio de una nueva etapa de frustración. La Roja llega con un equipo joven, sólido y con una racha histórica. Paro lo reciente advierte que nada se gana con la estadística. La respuesta, como siempre, estará en el el mayor torneo de naciones.






