Fallece Manolo ‘el del Bombo’, un ícono que vivió por y para ‘La Roja’

El aficionado más fiel de la Selección Española nos deja a los 76 años

Este jueves 1 de mayo de 2025, el fútbol español se viste de luto tras el fallecimiento de Manuel Cáceres Artesero, conocido por todos como Manolo ‘el del Bombo’, a los 76 años de edad. Nacido el 15 de enero de 1949 en San Carlos del Valle, Ciudad Real, Manolo se convirtió en un símbolo inconfundible de la afición española, acompañando a la selección nacional con su inseparable bombo durante más de cuatro décadas.

Desde el Mundial de Argentina 1978, Manolo no faltó a ninguna gran cita de la Selección Española. En total, estuvo presente en 10 Mundiales y 8 Eurocopas, siempre con su inseparable bombo, su camiseta roja y su icónica gorra. Su figura era un símbolo de aliento y fidelidad, incluso en los momentos más duros del equipo nacional.

Estuvo en Corea-Japón 2002, donde España cayó injustamente ante Corea del Sur, pero aún así, él no se despegó del equipo. Manolo fue testigo de la mayor gloria de nuestra selección, la consagración como campeones del mundo en 2010. Fue parte de la marea roja que celebró la Eurocopa de 2008 en Viena, la de 2012 en Kiev, y acompañó al equipo incluso en torneos donde la esperanza era mínima, como el Mundial de Brasil 2014.

Su energía era tan contagiosa que muchos jugadores lo reconocieron como un amuleto, y la afición lo consideraba parte del “equipo”. Siempre animando, sin importar el marcador ni el rival.

En los últimos años, por temas de salud, su presencia en los estadios fue más esporádica, pero su figura siguió siendo referencia y era habitual verlo en documentales, entrevistas y homenajes.

Manolo vio el último partido de la selección española contra Países Bajos el 23 de marzo en el Estadio de Mestalla. Animó a la selección con la peña Marea Roja y celebró en los penaltis su pase a semifinales de la Liga de Naciones.

Hoy el fútbol pierde a uno de los suyos. Manolo no metió goles, pero animó como si de eso dependiera cada victoria. Y eso lo convirtió en eterno.

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