El fuera de juego penaliza al Barça

Ronald Araújo en la victoria frente al Sevilla. Via: FC Barcelona

El FC Barcelona ha comenzado la temporada con un problema defensivo que se repite jornada tras jornada: la defensa adelantada. El equipo de Hansi Flick intenta presionar arriba y mantener la línea del fuera de juego muy adelantada, pero la coordinación no está siendo la misma que el año pasado. Esa falta de sincronía ha provocado varios goles en contra y está dejando al descubierto una fragilidad que los rivales no dudan en aprovechar.

Uno de los ejemplos más claros fue el partido de Champions League ante el PSG (1-2) en Montjuïc. El Barça empezó bien, se adelantó con un gol de Ferran Torres, pero acabó encerrado y desordenado atrás. En los últimos minutos, Achraf Hakimi ganó la espalda de la defensa por la derecha y centró para que Gonçalo Ramos rematara a placer. La jugada reflejó el principal problema: la defensa no estaba bien colocada, unos tiraron la línea y otros se quedaron a medio camino. Un simple desajuste bastó para que el PSG remontara el partido.

Algo parecido sucedió días antes en la visita a St. James’ Park, contra el Newcastle. El Barça logró ganar (1-2), pero sufrió mucho en el tramo final. Anthony Gordon marcó en el descuento después de un pase filtrado que rompió la línea defensiva culé. La jugada nació de una pérdida en campo rival, y en apenas tres toques los ingleses dejaron solos a los delanteros. De nuevo, el Barça quedó demasiado expuesto al adelantar su defensa sin el tiempo suficiente para replegar.

Aunque la evidencia quedó patente en LaLiga, la derrota por 4-1 ante el Sevilla en el Sánchez-Pizjuán terminó de evidenciar la fragilidad. El conjunto andaluz jugó con intensidad y atacó con velocidad a la espalda de los centrales. En cada pérdida, los de Flick sufrían. Los goles de Isaac Romero y Akor Adams fueron consecuencia directa de balones largos que pillaron mal colocada a la defensa. El Sevilla no necesitó grandes combinaciones, bastó con lanzar al espacio para aprovechar los huecos.

Detrás de estos problemas hay un detalle que no pasa desapercibido, la marcha de Íñigo Martínez. El central vasco, que se fue este verano al Al-Nassr saudí, fue uno de los pilares del Barça la pasada temporada. Íñigo era quien mandaba en la línea defensiva, el que decidía cuándo adelantar y cuándo retroceder. Tenía experiencia, liderazgo y un sentido táctico que ayudaba a mantener el orden. Sin él, la defensa ha perdido esa voz que guiaba los movimientos de la línea defensiva.

Ahora, Flick está probando distintas combinaciones entre Eric García, Christensen y Araujo, pero la pareja ideal aún no se ha consolidado. Cubarsí tienen calidad, pero todavía le falta experiencia para coordinar la línea en partidos de alta exigencia. Araujo y Koundé son rápidos y potentes, pero no siempre sincronizan sus movimientos. Cuando el equipo adelanta la defensa y la presión del medio campo no acompaña, el espacio entre líneas se hace enorme, y los rivales lo aprovechan con facilidad.

El sistema de Flick, valiente y ofensivo, necesita precisión milimétrica para funcionar. Si los jugadores no se mueven en bloque, el riesgo se multiplica. El Barça quiere jugar como un equipo ofensivo, presionando alto y recuperando rápido, pero sin la coordinación que antes aportaba Íñigo Martínez, esa idea se convierte en un arma de doble filo.

El fuera de juego, bien ejecutado, puede ser una herramienta muy útil para dominar los partidos. Mal trabajado, en cambio, se convierte en un castigo. En este arranque de temporada, el Barça está comprobando lo segundo. La baja del central vasco se nota más de lo esperado, y mientras la defensa no recupere la compenetración y el liderazgo que tuvo el año pasado, el fuera de juego seguirá penalizando a un equipo que aspira a todo, pero que todavía no encuentra el equilibrio atrás.

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