La FIFA ha dejado claro que no escatima esfuerzos cuando el espectáculo corre peligro. Aunque su ambicioso Mundial de Clubes 2025 prometía “un big bang futbolístico”, los estadios vacíos obligan a la máxima institución a recurrir a fórmulas desesperadas para llenar las gradas.
Entradas regaladas
Para el partido inaugural entre Inter Miami y Al Ahly, celebrado en el Hard Rock Stadium, la FIFA sacó la artillería de descuentos: bajó precios hasta apenas 3,50 €, ofreció paquetes a 20 USD que incluían cuatro entradas gratuitas y distribuyó cientos de billetes solidarios a estudiantes universitarios de Miami
La jugada fue rápida: logística relámpago tras constatar que sólo se habían vendido unas 20 000 entradas para un estadio con capacidad para 65 300 . Y eso que los precios partían de 349 USD para el primer partido.
Pero la estrategia no se quedó en ofertas. También se reubicó a los pocos asistentes hacia sectores centrales ante cámaras, mientras que se cubrieron zonas altas con lonas para que no se vieran vacías. Además, se extendieron entradas gratuitas a militares y veteranos estadounidenses.
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— Mundial de Clubes FIFA 🏆 (@fifaworldcup_es) July 2, 2025
Una realidad desigual
Fue una mezcla de frialdad y éxito. Algunos partidos arrancaron con apenas unos miles de espectadores —Ulsan vs Mamelodi Sundowns, solo 3 412 aficionados en Orlando de 25 500 posibles—, mientras otros otorgaron sensación de lleno total. El duelo entre PSG y Atlético en Pasadena atrajo a más de 80 000, y el Inter Miami–Al Ahly batió récords con 60 927 espectadores. En la otra cara de la moneda, el Real Madrid volvió a ser una garantía: 65 326 localidades vendidas para su estreno vs. Al Hilal y niveles de reventa de hasta 950 €.
Infantino, un amago de triunfo
El presidente Gianni Infantino insiste en que el balance es positivo: más de 1,5 millones de entradas vendidas y un torneo “multicultural” que pretende redefinir el fútbol de clubes. Además, destaca innovaciones como cámaras subjetivas en árbitros y retransmisión gratuita por internet.
La idea de lanzar el torneo con la misma fuerza que un Mundial parecía una apuesta segura. Sin embargo, la realidad ha obligado a la FIFA a aplicar remedios inmediatos: rebajas, entradas de regalo, reubicaciones y gestión estética de las gradas. Un golpe de efecto que ha evitado imágenes catastróficas, pero que revela que el torneo todavía no cuaja entre el público estadounidense.