Hay jugadores cuya ausencia se nota, pero cuya presencia se nota todavía más.
José María Giménez pertenece a esa minoría que modifica la estructura emocional de un equipo. Con él, el Atlético recupera una jerarquía defensiva que desaparece cuando no está; sin él, el conjunto de Simeone transmite dudas, pierde contundencia y retrocede un escalón competitivo.
Su regreso, el pasado 18 de octubre ante Osasuna, coincidió con el punto de inflexión del equipo. A partir de entonces, el Atlético de Madrid ganó todos los partidos de Liga: Betis, Sevilla, Levante y Getafe. Cuatro porterías a cero y una consistencia que llevaba meses sin aparecer. No era casualidad. No lo es.
Giménez no solo corrige, anticipa y ordena: transmite. Lo hace desde la voz, desde la mirada, desde un tipo de autoridad competitiva que no se fabrica, se nace con ella.
¡U-ru-guayo! ¡U-ru-guayo! 🇺🇾🫡 pic.twitter.com/K1MidMXXhG
— Atlético de Madrid (@Atleti) November 28, 2025
Un central de club, en el mejor momento emocional de su carrera
La temporada no empezó fácil para él. Se lesionó el 19 de junio en el Mundial de Clubes ante Seattle Sounders y no pudo completar la pretemporada. Siguió un plan específico, llegó tarde y entró en octubre. Pero desde entonces ha sido un seguro: fiable, jerárquico, necesario.
En Champions, su impacto quedó marcado incluso cuando él salió: ante el Arsenal —de 1-0 a 4-0 en seis minutos tras su sustitución— quedó claro que su figura no tiene un recambio real.
A sus 30 años, con contrato hasta 2028 y un valor de mercado de 15 millones, Giménez afronta un tramo de madurez futbolística en el que combina carácter, experiencia, sentido táctico y un sentimiento de pertenencia que traspasa el césped. En verano hubo rumores de salida, pero él nunca dudó. Ni el club tampoco.
— Atlético de Madrid (@Atleti) November 27, 2025
El Atlético sigue a su líder natural
La mejor racha del Atlético en el curso coincide, sin matices, con la vuelta del Comandante. Su liderazgo refuerza al equipo, sostiene a los jóvenes, estabiliza al grupo y, en noches como la del Inter, decide partidos que marcan trayectorias.
El Atlético necesitaba un impulso. Giménez se lo dio. Y si el equipo quiere aspirar a algo grande este año, el camino empieza —y se explica— por él.






