El Atlético de Madrid firmó una victoria sufrida pero valiosa ante Osasuna (1-0) en el Metropolitano, un resultado que permite al equipo de Diego Pablo Simeone mantenerse en la zona Champions y recuperar sensaciones tras el parón internacional.Más allá del marcador, el encuentro tuvo un valor simbólico: Simeone alcanzó los 750 partidos al frente del club, consolidando su figura como el entrenador más longevo y exitoso en la historia rojiblanca.
Desde su llegada en diciembre de 2011, Simeone acumula 443 victorias, 166 empates y 141 derrotas, además de un legado que incluye dos Ligas, dos Europa League, dos Supercopas de Europa, una Copa del Rey y una Supercopa de España.
Pero en su partido más especial, el protagonismo también fue familiar: Giuliano Simeone participó en la jugada del triunfo asistiendo a Thiago Almada, confirmando su creciente influencia dentro del equipo.
750 partidos como entrenador del Atlético de Madrid.
— Atlético de Madrid (@Atleti) October 18, 2025
Diego Pablo Simeone. ❤️🤍 pic.twitter.com/3sR8XvNLcB
Giuliano, energía y constancia en un Atlético en recuperación
El joven atacante volvió a responder con trabajo y determinación. Su asistencia a Almada fue fruto de una acción insistente, con potencia, carácter y precisión en el último pase, atributos que lo han convertido en uno de los futbolistas más fiables para Simeone en este arranque de curso.
Giuliano suma ya 1 gol y 3 asistencias, acercándose a los 2 goles y 6 asistencias con los que cerró la temporada pasada. Si mantiene este ritmo, superará sus mejores registros en apenas unos meses.
Su aportación es constante: intensidad en la presión, recorrido en banda y compromiso defensivo, tres rasgos que reflejan la esencia que su padre lleva más de una década inculcando en el vestuario.
El técnico valora su madurez táctica y su capacidad para adaptarse a distintos contextos de partido, algo clave en un Atlético que sigue buscando estabilidad en su rendimiento.
Los Simeone, una conexión que define al Atlético
La victoria ante Osasuna no fue brillante, pero sí representativa del momento del equipo: sólido atrás, competitivo y dependiente del esfuerzo colectivo.
En un duelo espeso, Giuliano y Llorente aportaron la energía necesaria para romper líneas, mientras que el bloque defensivo resistió los intentos finales del conjunto navarro también gracias a un inconmensurable Jan Oblak.
El 750º partido de Diego Pablo Simeone llegó con sufrimiento, pero también con un mensaje de continuidad y recuperación de buenas sensaciones y activos.
Su hijo, Giuliano, simboliza esa herencia competitiva que el entrenador ha convertido en seña de identidad del club. Padre e hijo, dos generaciones unidas por un mismo ADN: el del esfuerzo, la disciplina y la mentalidad de nunca rendirse.






