Hay futbolistas que ganan títulos. Otros dejan números. Y luego está Jan Oblak, que además de todo eso deja una sensación: la tranquilidad de que, mientras él esté ahí, al Atlético de Madrid se sentirá seguro en la portería.
Este lunes, en el Real Casino de Madrid, el esloveno recogió su sexto Trofeo Zamora de su carrera, convirtiéndose en el guardameta más laureado en la historia del galardón. Un reconocimiento enorme, sí, pero también un recordatorio de quién ha sido – y sigue siendo – el gran pilar silencioso del club durante más de una década.
Oblak terminó la 2024/25 con 30 goles encajados en 36 partidos, 15 porterías a cero, y la habitual sensación de que su rendimiento es tan estable que muchas veces pasa desapercibido. Lo extraordinario convertido en rutina. A sus 32 años, el esloveno no necesita grandes discursos: su liderazgo se ve en cómo ordena, cómo corrige, cómo calma y cómo intimida. El Atlético vive, en gran parte, de esa seguridad.
Un premio que ya forma parte de la identidad del Atlético
Con este sexto Zamora, Oblak ya mira desde arriba a dos gigantes como Ramallets y Víctor Valdés. Y, de paso, amplía una tradición muy rojiblanca: entre Tabales, Marcel Domingo, Miguel Reina, Abel, Molina, Courtois… y ahora él, el Atleti suma 15 Zamoras, una colección que dice mucho del tipo de equipo que ha sido históricamente.
Oblak no es solo el portero más premiado de LaLiga. Es también el guardameta que ha mantenido al Atlético en la élite en los años más exigentes de la era Simeone. Y este reconocimiento lo enmarca todavía más en esa historia.
Jan Oblak recoge su sexto Trofeo Zamora… y posa junto a todos los que ha ganado. Una leyenda viva @hyundaiesp#PremiosMARCA2025 pic.twitter.com/Wq4QAzyHXC
— MARCA (@marca) November 24, 2025
El reto de un líder: títulos, responsabilidad y un futuro que él no pretende forzar
Más allá de las fotos y los discursos de protocolo, Jan Oblak dejó en el acto un mensaje que define mejor que cualquier estadística su momento actual: el Atleti necesita títulos y él se siente en la obligación de empujar hacia ellos. Sin alzar la voz, pero con esa firmeza que tanto reconocen sus compañeros, el capitán recordó que la ambición sigue intacta.
Para Oblak, levantar un Zamora nunca ha sido un fin en sí mismo; es un síntoma. Por eso insistió en que el verdadero objetivo está en los títulos colectivos: ligueros, coperos y, sí, también en esa Champions que sigue marcando el imaginario rojiblanco. Lo dijo sin rodeos, casi con la naturalidad de quien convive con esa ilusión desde hace una década: luchar por ellos “es el reto del año”. No una frase hecha, sino una convicción.
En lo inmediato, su disponibilidad es la duda más delicada. Aún no sabe si podrá estar en el partido de mañana ante el Inter de Milán. Trabaja para llegar, aprieta para acelerar tiempos, pero no dramatiza ni se pone por encima del grupo: si él no está, otros pueden hacerlo “muy bien”.
También se le preguntó por su futuro, un tema que suele generar ruido alrededor de cualquier figura de su tamaño. Su respuesta fue sincera y pragmática, alejada del romanticismo pero también de la incertidumbre gratuita. Tiene contrato, sí, pero sabe —como tantos otros— que el fútbol cambia cada verano y que no siempre son los jugadores quienes deciden.
Habló con naturalidad, como alguien que solo piensa en competir ahora, en seguir rindiendo y en dejar que el tiempo marque el camino. Un líder que no dramatiza, que no promete lo que no controla y que sí garantiza algo: mientras esté, el Atlético tendrá la misma seguridad bajo palos que durante todos estos años.
🏆🐐 Portero de leyenda
— Atlético de Madrid (@Atleti) November 25, 2025
❤️🤍 ¡Jan Oblak compartió con sus compañeros y cuerpo técnico su sexto Trofeo Zamora!
¡Único guardameta que ha conseguido este galardón en LaLiga en seis ocasiones! 🔝 pic.twitter.com/g3otpvaGX2
Un sexto Zamora que vale más que un trofeo
Se marchó entre aplausos, con el premio en la mano y una sensación muy reconocible: la de ser imprescindible sin buscarlo. Oblak no pide foco. Lo genera. Es el guardián que sostiene la estructura, el que siempre aparece, el que nunca falla.
El Trofeo Zamora solo pone números a algo mucho más profundo: el esloveno no es solo parte de la historia del Atlético de Madrid… es uno de sus pilares.






