En un tiempo en el que el fútbol se rige por cláusulas de rescisión, mercados de invierno y promesas efímeras, él sigue ahí. Brazo alzado, mirada de capitán, corazón rojiblanco. Jorge Resurrección Merodio, aunque el mundo lo conoce como Koke ha renovado una vez más con el Atlético de Madrid. No es noticia que se quede; lo sería que se fuera.
Porque Koke no se queda en el Atleti. Koke es el Atleti.
La trayectoria del rojiblanco en el club de su vida
Nacido en Vallecas en 1992, se calzó la camiseta rojiblanca por primera vez con apenas seis años. Desde entonces, el escudo del oso y el madroño ha estado cosido a su alma. Como un aprendiz de los tiempos antiguos, se formó en el barro de Majadahonda, pateando sueños en campos de tierra y césped sintético, mientras el Vicente Calderón aún rugía en la ribera del Manzanares.
Debutó con el primer equipo en 2009, en un Atlético que todavía estaba en busca de sí mismo. Era un club orgulloso pero herido, que luchaba por reencontrar su identidad. Koke no solo fue creciendo con el equipo; ayudó a reconstruirlo. Lo vio todo: las noches de gloria, los títulos inesperados, las finales perdidas y los abrazos eternos. Fue alumno de Simeone, y después cómplice. Motor incansable, brújula del mediocampo, voz de capitán. Sin aspavientos, sin focos, sin titulares estridentes. Siempre ahí.
Hoy, con más de 600 partidos a sus espaldas, Koke es el futbolista que más veces ha vestido la camiseta del Atlético. Superó a leyendas, escribió su propio capítulo, y lo hizo sin despeinar el alma. Nunca necesitó cambiar de escudo para crecer. Mientras otros buscan consagrarse en estadios ajenos, él eligió hacer historia en casa.
¿Qué representa Koke para el Atlético de Madrid?
Koke representa algo que el fútbol moderno parece haber olvidado: la fidelidad. En tiempos líquidos, él es de los sólidos. Un “one club man” de los que ya no se fabrican. Su historia no necesita adornos porque es verdad. Y por eso emociona.
Su renovación no es un contrato. Es una declaración de principios. De amor por unos colores, por una grada, por una manera de entender la vida. Porque Koke no se va. Porque Koke nunca se fue. Porque mientras él siga en el césped, el Atlético seguirá teniendo memoria.
Y mientras esa camiseta siga llevándose como él la lleva con orgullo, con responsabilidad, con amor el Atleti seguirá siendo algo más que un club. Seguirá siendo una familia.
