El Auckland City se vio completamente superado en su debut en el Mundial de Clubes, cayendo 10-0 ante el Bayern de Múnich. La goleada puso en evidencia la desigualdad futbolística entre Europa y Oceanía.
El partido entre el Auckland City y el Bayern de Múnich, que terminó con una dolorosa derrota por 10-0 para los neozelandeses, mostró la diferencia de calidad entre un equipo semiprofesional y un gigante europeo. Pero lo que pocos saben es que detrás de esa goleada hay un contraste mucho más grande que el simple nivel de juego: el abismo entre el fútbol profesional de élite y el fútbol de quienes no viven exclusivamente de su pasión por el deporte.
🇳🇿 El Auckland City, equipo amateur al que hoy el Bayern Munich le está metiendo 8 goles está clasificado como el club número 5074 del mundo según el Ranking Opta.
— NEKO Deportes (@NEKODeportes) June 15, 2025
🇪🇸 El Castilleja CF, que juega en la sexta división del fútbol español, está clasificado justo por encima de ellos. pic.twitter.com/toVO3Z7Tdg
Mientras el Bayern de Múnich cuenta con un plantel de jugadores mundialmente conocidos y de altísimo nivel, como Robert Lewandowski, Manuel Neuer y Thomas Müller, los futbolistas del Auckland City tienen que lidiar con las realidades de la vida cotidiana. En lugar de estar concentrados únicamente en el fútbol, muchos de ellos deben equilibrar sus entrenamientos y partidos con trabajos ordinarios en sectores muy alejados del deporte.
¿A qué se dedican los jugadores del Auckland City?
Uno de los titulares más reconocidos, Tracey, trabaja en una ferretería, un empleo que requiere esfuerzo diario pero le ofrece una estabilidad económica que el fútbol, en su contexto, no puede garantizar. Gracias a este trabajo, puede seguir vinculado al deporte como una pasión paralela, no como un modo de vida.
Murati se dedica al control de pedidos, con jornadas llenas de tareas logísticas antes de poder entrenar o competir. Mitchell es agente inmobiliario, una profesión que demanda habilidades interpersonales y que comparte con su amor por el fútbol, en un país donde este deporte no tiene gran reconocimiento.
La situación se repite con otros compañeros. Boxall trabaja como agente de seguros, comprometido con proteger el bienestar de los demás fuera del campo. Dean Heijer, defensor del equipo, combina el fútbol con su labor como entrenador en una academia, donde transmite conocimientos a los más jóvenes. Lobo, uno de los jugadores más jóvenes, es estudiante, lo que limita su tiempo para entrenar y rendir al máximo nivel.
El caso de Ilich también ilustra esta realidad. Es jefe de ventas en Coca-Cola, un puesto de responsabilidad que implica largas jornadas y poco margen para enfocarse en su rendimiento deportivo. Garriga y David Yoo trabajan como entrenadores en academias, manteniendo viva la pasión por el fútbol en nuevas generaciones, aunque sin los beneficios económicos de los profesionales.
Otros jugadores como Manickum, asistente de ingeniero de obra, o Bevan, entrenador personal, completan una plantilla marcada por la dualidad constante entre el trabajo y el deporte. A pesar del talento y la entrega, deben aceptar que el fútbol no es su principal fuente de ingresos ni su única ocupación.