Lamine Yamal concedió recientemente una entrevista a CBS en la que abordó diversos aspectos de su vida: desde sus primeros pasos en el fútbol hasta la gestión de la presión mediática, pasando por su elección de España sobre Marruecos y una mirada puesta en el futuro más inmediato, entre otros.
Sus inicios
Su relación con el fútbol comenzó en la calle y muy temprano. “Creo que para todos los niños que nacen en un barrio o en una ciudad que no es muy grande o de muchos recursos, el fútbol es todo. Es el primer amor de mi vida y siempre lo será”, asegura. Esa conexión con sus raíces también se proyecta en sus celebraciones: el número 304 que dibuja con las manos es un homenaje a los suyos. “Es el símbolo de nuestro barrio. Del código postal. En Barcelona todos empiezan con 08 y el nuestro es 08304. Una vez recuerdo que me sancionaron con la selección y no podía jugar ni con la Selección ni con el Barça. Quería una celebración para reivindicarme y mi mejor amigo Sohaib me dijo ‘haz esta’ y fue bien”, explica.
El camino hacia el Barça tampoco fue fácil. Cada jornada implicaba desplazamientos muy largos: “Me levantaba muy pronto. Desayunaba, cargaba el patinete y bajaba de mi casa a la estación, eran 20 minutos. Me llevaba una manta encima. De Mataró a Hospitalet tenía una hora y me dormía. De Hospitalet a Sant Feliu, empezaba a calentar porque el partido empezaba en una hora. Eran aventuras con mi padre. Lo peor era la vuelta: un camino largo y con mucha hambre”.
Debutar con 15 años en el Camp Nou fue un momento cargado de emociones: “Al entrar al campo no estaba nervioso, pero al calentar y ver el Camp Nou, que ya entraba, que era mi momento, que lo había soñado y que estaba ocurriendo… sí que sientes nervios, pero son buenos”.
La gestión de la presión y una forma de ser diferente
Lamine, a sus 18 años, ha aprendido a ignorar la presión mediática. “La presión es algo mental. Es algo que tiene cada uno dentro. No la he sentido nunca y no sé si llegaré a sentirla. Yo siento que mis padres sí han tenido presión. Eran jóvenes, me tenían a mí. Tenías que sacar adelante la familia, el trabajo, hacer que tu hijo esté feliz… Eso sí que es presión y de la mala. Yo no puedo sentir presión por jugar a fútbol”, afirma. También evita las expectativas: “Son malas. Cuando las cumples te quedas sin objetivos y cuando no las cumples te puedes venir abajo. Tengo confianza en mí mismo de que puedo conseguir lo que quiera”.
La naturalidad es su sello. La icónica imagen de Lamine dormido en el autobús antes de las semifinales de la Eurocopa lo demuestra: “Creo que en ningún momento pensé ‘tienes 16 años y estás jugando la Eurocopa’. Pensaba en disfrutarlo, nada más”. Su personalidad se ha convertido en un pilar fundamental: “Me ha ayudado a sobrevivir. Cuando peor estás, pienso en lo bueno. Eso me ayuda a no venirme abajo casi nunca. En el fútbol, es lo más importante”. En paralelo, reconoce la influencia decisiva de su madre: “Todas las personas de mi círculo me dicen ‘no’. Pero la pregunta sería: ¿A quién le hago caso? A mi madre, mi reina”.
Cada partido supone para Lamine una oportunidad para ofrecer espectáculo: “Mi objetivo no es batir todos los récords, marcar un millón de goles o hacer un millón de regates. Quiero disfrutar y que los niños quieran ser como yo”. Su gol favorito refleja esa filosofía: “Si me tengo que quedar con uno, por importancia y bonito, el que le marqué a Francia en la Eurocopa. También me gustó el de Brujas”.
En cuanto a su carácter, Yamal se define con sinceridad: “Quiero que me vean como alguien sincero, que dice lo que piensa y no lo que se quiere oír. No pienso en lo que digan los demás”. Esa seguridad también se manifiesta en su juego: “Intento tener confianza. Aunque vea tres rivales, nunca voy a pensar que me van a quitar el balón. Sería otro jugador si cada vez que veo dos o tres rivales delante pasara la pelota”. Incluso en pretemporada, cuando rivales le piden moderar su vigor, mantiene su esencia: “A veces bajo un poco el ritmo, pero si fuera un partido de Champions, nunca lo haría”.
Su preferencia por la selección y el papel en el Mundial
Su elección de España por encima de Marruecos expone reflexión y cariño: “Sí estaba en mi cabeza que podía jugar con Marruecos. Justo acababan de llegar a las semifinales del Mundial. Pero en el momento de la verdad nunca dudé. Siempre le tendré cariño a Marruecos, pero yo quería ganar una Eurocopa, que ya he conseguido, y ahora jugar un Mundial con posibilidades de ganarlo. Me he criado en España y también lo siento como mi país”.
Respecto a la Copa del Mundo de 2026: “Hacía tiempo que España no llegaba como candidata a ganarlo. Veo que el país está ilusionado y yo también. Me siento importante y con muchas ganas de que llegue. ¿Va a ganar España el Mundial? Yes”.
La comparación con Messi
Sobre Messi, Lamine muestra respeto y distancia: “Si nos encontramos, habrá respeto mutuo. Para mí es el mejor de la historia. Él sabe que soy buen jugador y que le respeto. Es mutuo. Yo no quiero ser Messi, quiero seguir mi camino, no jugar como él ni llevar el 10 por él”.
