La relación entre Mohamed Salah y el Liverpool atravesó su momento más delicado tras el empate 3-3 frente al Leeds United. El egipcio, visiblemente molesto, dejó declaraciones muy duras en zona mixta, señalando directamente al cuerpo técnico y a la directiva, asegurando que no se sentía respaldado y dejando abierta la puerta a una posible salida. Unas palabras que no sentaron nada bien en Anfield y que activaron de inmediato una respuesta interna del club.
Castigo disciplinario y mensaje del club
Como consecuencia de esas declaraciones, Salah fue apartado del partido posterior ante el Inter de Milán, una decisión entendida dentro del vestuario como un castigo disciplinario y un mensaje claro por parte de Arne Slot y la directiva. En un primer momento, todo apuntaba a que el extremo tampoco estaría disponible para el encuentro ante el Brighton, lo que alimentó aún más los rumores sobre una ruptura casi definitiva entre ambas partes.
Conversaciones cara a cara y marcha atrás
Sin embargo, en las últimas horas se produjo un giro importante en la situación. Club y jugador mantuvieron conversaciones directas para rebajar la tensión y reconducir el conflicto. El propio Arne Slot dejó claro que no se oponía al regreso del futbolista tras ese diálogo interno, y el Liverpool ha decidido levantar el castigo. Mohamed Salah formará parte de la convocatoria ante el Brighton en Anfield, un gesto que confirma que, al menos a corto plazo, ambas partes apuestan por recomponer la relación.
Un regreso clave antes de la Copa África
La vuelta de Salah adquiere todavía más relevancia teniendo en cuenta que el egipcio pondrá rumbo a la Copa África la próxima semana. Poder marcharse concentrado con su selección después de volver a jugar con el Liverpool reduce el ruido mediático y le permite afrontar el torneo continental con mayor tranquilidad. Desde el club también se interpreta como una forma de proteger a un futbolista clave antes de su ausencia prolongada.
La salida ya no es una prioridad
Este nuevo escenario rebaja notablemente la tensión sobre una posible salida inmediata. Ni el Liverpool ni el propio Salah parecen tener ahora mismo la intención de forzar una ruptura, al menos durante esta temporada. El conflicto existió, fue serio, pero la reacción del club y el paso atrás del jugador indican que ambas partes prefieren mirar hacia adelante antes de tomar decisiones drásticas.
