Los cambios de Simeone, ¿decisivos en la derrota ante el Espanyol?

El Atleti pasó de dominar a perder en cuestión de minutos. Los cambios hundieron al equipo y encendieron el debate sobre Simeone.

El Atleti arrancó bien. Julián Álvarez marcó un golazo de falta y el mediocampo funcionaba con Baena y Cardoso. El equipo estaba cómodo. Entonces Simeone movió el banquillo. Entraron Koke y Barrios por Cardoso y Gallagher. Más tarde retiró a Baena y Almada para dar paso a Griezmann y Raspadori.

El juego perdió ritmo. La reacción fue inmediata. La grada protestó y muchos aficionados criticaron la decisión en redes sociales. Los aficionados tachan a Simeone como el detonante que «ha roto al equipo”. El caso más llamativo fue el de Julián Álvarez. Había sido de los mejores, pero fue sustituido. Su gesto de enfado no pasó desapercibido. En su entorno hablan de “desilusión importante”.

Los cambios no solo frenaron al Atlético. También dieron aire al Espanyol. El equipo catalán creció con balón y empezó a llegar con peligro. Un córner mal defendido terminó en el empate de Pere Milla. El golpe fue duro. El Atlético ya no tenía la misma energía y apenas pisaba el área rival.

Minutos después, otro despiste atrás acabó en el segundo gol perico. El estadio estalló. Los jugadores miraban al banquillo buscando respuestas, pero el partido ya se había escapado. El Atleti pasó de controlar a sufrir. No hubo reacción ni desde el campo ni desde la dirección técnica.

Tras el encuentro, Simeone trató de justificarse. Explicó que buscaba dar frescura al equipo y que sus cambios eran “lo mejor para el grupo”. Cerró con una frase enigmática: “Tuve un aprendizaje, ya lo verán”. Sus palabras dejaron más preguntas que certezas.

El balance es claro. El once inicial funcionaba y mostraba dinamismo. Los cambios de Simeone no estuvieron a la altura. La diferencia entre titulares y suplentes quedó al descubierto. El plan de rotaciones, en vez de fortalecer, debilitó al equipo. La derrota expuso un problema profundo: el Atlético tiene un equipo A competitivo, pero el B todavía está lejos de ese nivel. Y Simeone, con sus decisiones, quedó en el centro de la tormenta.

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