El CF Extremadura, nació en 1924 como la gran esperanza futbolística de Almendralejo. Creció entre campos modestos y una afición cargada de ilusión con un objetivo claro. Hasta que en los años 90 alcanzaron ese ansiado objetivo un hito histórico: el milagroso ascenso a Primera División en 1996, que llevó el nombre del pueblo a toda España y consolidó al equipo como símbolo de superación.
Tras vivir dos etapas en la élite y protagonizar momentos inolvidables, el club pasó por momentos de descenso y de grandes problemas económicos, que hicieron que el club desapareciese, aunque nunca desapareció su espíritu. Nuevos proyectos como el Extremadura UD y el CD Extremadura 1924 mantienen viva la pasión futbolística de un pueblo.
Seguir al Extremadura: “un acto de amor y fidelidad”
Seguir al Extremadura desde la distancia no es fácil. No lo es cuando uno vive en Madrid, cuando apenas una emisora local retransmite los partidos y cuando el fútbol extremeño, parece siempre caminar sobre un hilo rojo. Pero para Luis Montero, aficionado desde hace décadas, esa dificultad nunca ha sido un obstáculo, sino parte esencial del vínculo que lo une a su equipo. “Significa fidelidad y amor incondicional”, resume.
Luis cuenta todo lo que ha vivido desde que es seguidor: “ La tercera División de los años setenta y ochenta, cuando Francisco de la Hera “era una obligación dominical”, los ascensos milagrosos, descensos crueles y sobre todo, dos desapariciones que solo reforzaron la identidad de un club.”
Los golpes que dejan marca y los milagros que construyen historias
Luis Montero recuerda con claridad los momentos en los que el corazón se detuvo. Las temporadas que dejaron al Extremadura fuera hay primera aun duelen: Para Luis “el equipo hizo méritos de sobra. Faltó experiencia y una pizca de suerte”. “Lo llevé mal” afirma Luis.
Pero también hay recuerdos. Grabados que son oro. El ascenso del Albacete en 1966, aquel milagro inesperado, casi imposible pero glorioso. Frente a rivales con una mayor historia y palmares, el Extremadura se ganó su lugar entre los grandes. “ Lo viví con sensación de irrealidad, de milagro. Me pasé semanas explicando a mis amigos en qué localidad jugaba el Extremadura” cuenta Luis Montero.
El duelo ante el Sevilla que despierta memorias
Hoy, ver al Extremadura jugar ante un club tan grande como el Sevilla es, para Luis, un regreso a los años en los que el Francisco de la Hera recibía a gigantes del fútbol español.
Para los más jóvenes es una oportunidad de soñar. Para los que, como él, han visto el pasado glorioso, es un recordatorio: “Nunca hay que rendirse. Ni siquiera cuando te dan por muerto. Y al Extremadura lo dieron por muerto dos veces”.
José Antonio Reyes: un talento que unió a dos aficiones
Entre los nombres que se cruzan entre ambos equipos hay uno que ilumina de forma especial este encuentro: José Antonio Reyes. Para Luis, Reyes representaba el tipo de futbolista que cambia partidos, que levanta estadios enteros con un regate o una carrera. “Era muy de mi cuerda: rápido, hábil, de esos que hacen que la gente se ponga de pie”, explica. Su paso por el Extremadura, como antes el de Kiko Narváez, Juanito Rodríguez o aquellos inolvidables argentinos de los noventa, dejó una huella marcada en el club.
Su trágico accidente, reconoce Luis, fue un golpe durísimo. “En el Francisco de la Hera se le recuerda como a un hombre importante para el club. Ojalá hoy tenga su homenaje”, desea.
Hoy, mientras el Extremadura vuelve a presentarse ante un grande como el Sevilla, Luis Montero hará las maletas para sentirse, por unas horas, más cerca de aquel niño que cruzaba las puertas del Francisco de la Hera sin saber que estaba forjando un amor para toda la vida. Y cuando el balón eche a rodar, Luis sabrá que, pase lo que pase, seguirá siendo parte de ese milagro azulgrana que jamás se rinde.






