En un inicio de campaña impecable el de Marcos Llorente. Ha disputado el arranque del curso completando los 90 minutos en todos los compromisos del Atlético, una señal tan física como moral de que, hoy por hoy, nadie baja la guardia por su banda. Ese rendimiento, constante y sin excusas, le transforma en una pieza que Simeone ya no imagina fuera del puzle rojiblanco.
Intocable para Simeone
Hay jugadores que corren y hay jugadores que ordenan carreras: Marcos Llorente es las dos cosas. Desde el primer minuto de esta temporada su presencia ha sido ininterrumpida (12 partidos, 1.080 minutos) y esa fiabilidad orgánica hace que el Atlético respire con otra seguridad cuando se juega por la derecha. No es sólo un número: su minutaje continuo muestra que Simeone confía en que, cuando Llorente sale, el equipo no pierde ni intensidad ni criterio.
Marcos está bárbaro 🤩 pic.twitter.com/wDppP8yquS
— Atlético de Madrid (@Atleti) October 19, 2025
Ofensivamente Llorente es una bendición con botas. Suma aportaciones directas al gol (algo que comenzó a hacer la temporada anterior) y tiene un radar para aparecer en el área rival desde segunda línea; no sube por subir, sube para pesar. En la temporada 2024-25 firmó cifras destacables (5 goles y 8 asistencias) que explican por qué sus incursiones no son esperpénticas sino productivas.
Defensivamente su lectura ha mejorado: no es un lateral de ida y vuelta simple, es un jugador que recupera, presiona y ayuda a cerrar carriles cuando la jugada lo exige. Esa mezcla, capacidad para atacar con sentido y para volver con orden es la que convierte a Llorente en un perfil cada vez más cotizado en LaLiga: un lateral con gol y músculo táctico.
Por encima de Koundé o Carvajal
Comparar al madrileño con los nombres más claros del campeonato ayuda a situarlo. Dani Carvajal representa la veteranía y el manual del lateral clásico del Real Madrid; su historial y su nivel técnico son indiscutibles, aunque las lesiones recientes le han restado continuidad esta campaña. Frente a Carvajal, Llorente aporta un plus de polivalencia: puede ejercer como interior, pivote o extremo derecho sin perder intensidad.
Otro nombre a considerar es Koundé, quien aporta desborde y uno contra uno puro; Llorente, en cambio, suma físico y llegada al área rival con una visión más de mediocentro cuando su equipo necesita control. Esa diferencia táctico-atlética define por qué, en muchos partidos, el Atlético parece ganar una opción extra: no solo conserva defensa sino que suma una salida ofensiva imprevisible.
Dentro del propio Atlético, la competencia con Nahuel Molina obliga a Llorente a mantener el listón alto; y él responde, partido tras partido, con minutos completos y acciones que inclinan partidos. Para Simeone es oro: un jugador que no falla en fondo físico, ofrece variantes tácticas y que además tiene olfato para el gol. Eso, en un entrenador que valora la entrega tanto como el resultado, no tiene precio.






