El Real Madrid tuvo que esperar ochenta minutos para romper la muralla del Getafe, en un partido tan trabado como intenso. Un gol de Kylian Mbappé, a pase de Arda Güler, dio los tres puntos a los de Xabi Alonso (0-1) en el Coliseum Alfonso Pérez, tras una noche donde la expulsión de Allan Nyom por una dura entrada a Vinícius Jr. cambió el rumbo del encuentro. Hasta entonces, el plan del Getafe, lleno de rigor y músculo, había conseguido ahogar la creatividad blanca.
El técnico donostiarra planteó una alineación preventiva, con Alaba, Camavinga y Rodrygo como titulares, y Asensio, Vinícius y Güler en el banquillo. El contexto lo pedía, partido puente entre la ventana FIFA y dos citas mayúsculas, Juventus y Barcelona. En el otro banquillo, José Bordalás respondió con un esquema ultradefensivo, tres centrales, dos carrileros largos y tres mediocentros para entregar la posesión al rival, pero no los espacios.
El Madrid comenzó con cierta soltura, y una ocasión temprana de Mbappé tras pase de Rodrygo encendió las alarmas en el Getafe, aunque David Soria ganó el mano a mano. A partir de ahí, el choque se enredó en faltas, pérdidas y duelos físicos. Tchouameni y Alaba probaron desde lejos, sin éxito, mientras Bellingham trataba de imponer su ritmo sin encontrar socios claros.
Las rojas, clave en el partido
Con el partido atascado, Xabi Alonso movió el banquillo y dio entrada a Vinícius Jr. y Arda Güler. El brasileño agitó la banda izquierda y provocó la roja directa a Nyom tras un golpe sin balón. A partir de ahí, el encuentro cambió completamente. Güler, que entró con la frescura y el descaro que lo caracterizan, filtró un pase perfecto entre líneas para Mbappé, que controló con sutileza y definió con precisión. El francés ya suma 15 goles esta temporada, confirmando su papel decisivo en el ataque blanco.
En el tramo final, Courtois evitó el empate con una parada salvadora ante Kamara, asegurando una victoria de oficio. El Real Madrid, sin brillo pero con pegada, se marcha al Clásico como líder y con una certeza, la conexión Güler-Mbappé empieza a parecer imparable.
