Mikel Merino y Stuttgart: un idilio de padre a hijo

Stuttgart no es una ciudad cualquiera para los Merino. Ahí comenzó todo hace 33 años, cuando Miguel Merino, mediocentro de Osasuna, marcó un gol decisivo contra el Stuttgart en la Copa de la UEFA (5 de noviembre de 1991). Fue un cabezazo crucial que valió la clasificación para la siguiente ronda. La celebración del tanto se convirtió en icónica: Miguel rodeó el banderín de córner con los puños alzados. Celebración que años después replicaría su hijo, Mikel Merino

Décadas después, su hijo Mikel ha prolongado esa leyenda en el mismo escenario. En la Eurocopa 2024, en los minutos finales de la prórroga (119), un testarazo suyo a centro de Dani Olmo selló el 2‑1 contra Alemania y selló el pase a semifinales. Al marcar, corrió hacia el banderín y lo rodeó, replicando la celebración paterna. Un gesto que no pasó desapercibido y fue recogido por los medios como símbolo de ese lazo emocional entre padre e hijo.

Y anoche, en otro capítulo extraordinario del idilio, Mikel Merino volvió a brillar en Stuttgart. Durante las semifinales de la Nations League, marcó el segundo en el 5‑4 final ante Francia, resultado que clasificó a España para la final contra Portugal. El gol, fruto de una gran combinación con Oyarzabal, sirvió para que España se fuera con dos goles de ventaja al descanso respecto a los galos. Una vez más, Mikel repitió su clásico círculo alrededor del banderín.

Esta serie de momentos no es casualidad; Stuttgart parece impregnado de un aura especial para los Merino. Miguel eligió ese gesto en 1991; Mikel Merino lo repitió en 2024 y en 2025. El estadio ha sido testigo de un puente generacional. No solo es un gol, es una herencia futbolística y emocional.

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