Tanto va el cántaro a la fuente, que al final se rompe. El Villarreal – Barça en Miami, ese experimento que pretendía venderse como una “oportunidad histórica” para el fútbol español, ha sido oficialmente cancelado. La promotora comunicó su decisión tras “la incertidumbre generada en España durante las últimas semanas”. En su comunicado, LaLiga lamenta profundamente la cancelación, calificando el proyecto como “una oportunidad inigualable para la internacionalización del fútbol español”, asegurando además que “cumplía plenamente con la reglamentación federativa y no afectaba a la integridad de la competición”.
Hasta ahí, el tono institucional. Pero después llegó Javier Tebas, con su comunicado titulado sin florituras: “Una oportunidad perdida para el fútbol español.” En él acusa a quienes defendieron la tradición de tener “una visión cerrada y provinciana”, y reprocha que “se apela a la integridad de la competición desde quienes llevan años cuestionando esa misma integridad.” Su texto suena más a ajuste de cuentas que a reflexión: un “yo tenía razón” disfrazado de despedida.
La realidad es que este partido llevaba el fracaso escrito desde el primer día. Una idea forzada, mal explicada y peor defendida. Nadie supo dejar claro quién ganaba, quién perdía ni qué sentido tenía trasladar un encuentro oficial de LaLiga a Miami. Los clubes dieron versiones opuestas sobre los beneficios económicos, los aficionados no lo pedían y los organismos futbolísticos no lo respaldaban. Era cuestión de tiempo que explotara.
Colorín colorado, este circo ya ha acabado. Si de verdad LaLiga quiere mirar al futuro, que empiece por escuchar a quienes llenan las gradas, no a quienes llenan los bolsillos.






