Hasta aquí la historia de Luka Modrić. Nadie está preparado para una despedida, y menos de alguien que te ha dado tanto, como Luka al Real Madrid. La despedida del croata ya estaba en el guion, pero no así su desenlace. El PSG arrasó al Real Madrid en las semifinales del Mundial de Clubes (4-0), y lo que debía ser una noche de homenaje acabó teñida de decepción. El croata, que cierra una etapa de 13 temporadas, vivió su último partido con la camiseta blanca en un ambiente triste, sin épica y con un sabor amargo que no hace justicia a su legado.
El MetLife Stadium esperaba un cierre más digno para una leyenda. Entró en el minuto 64, cuando el marcador ya reflejaba un duro castigo, y apenas pudo tocar el balón antes del pitido final. Se abrazó con sus compañeros, saludó a los rivales y se marchó. Sin estridencias, como siempre. Ni siquiera los genios eligen su despedida.
El tiempo nunca fue rival para Luka
Modrić ha demostrado esta temporada que la edad no le pesó ni un solo minuto. A sus 39 años, ha sido el jugador con más partidos oficiales en el fútbol de clubes, 73 en total, entre todas las competiciones. Mientras la plantilla afrontaba un proceso de renovación, él siguió siendo una referencia en el vestuario y en el campo.
Cuando en mayo comunicó que no renovaría su contrato, muchos se resistían a creerlo. Pero él ya lo tenía claro. Quiso irse compitiendo, sin ocupar portadas innecesarias, con el mismo perfil bajo que ha mantenido desde que aterrizó en Madrid en 2012. Nunca necesitó los focos para brillar. Ni siquiera ahora.
El jugador más laureado del club
Con 28 títulos en su palmarés, Luka Modrić es el futbolista más laureado de la historia del Real Madrid. Su fútbol, su exterior y su inteligencia marcaron una era irrepetible. Convirtió el Bernabéu en su escenario, su casa, su refugio. Allí convirtió en rutina lo extraordinario, con asistencias imposibles y ese mítico golpeo que quedará grabado en la memoria colectiva del madridismo.
El Real Madrid pierde algo más que un jugador. Pierde a su brújula, a su alma en el centro del campo. Modrić no deja solo cifras, deja una herencia emocional profunda. Y aunque ya no esté sobre el césped, su fútbol seguirá flotando en cada rincón del estadio como una leyenda viva.
