El sol cae lento sobre el Villa de Yuncos. El aire huele a pintura fresca, a césped artificial recién cortado, a víspera grande. A apenas cuarenta kilómetros de Vallecas, en una localidad más acostumbrada al ruido de los camiones que al de las cámaras de televisión, un equipo de Preferente ultima los detalles del que será el partido más importante que hayan jugado nunca. Este miércoles, el CD Yuncos recibirá al Rayo Vallecano en la primera ronda de la Copa del Rey. El primer encuentro que disputarán en esta instancia de Copa, en sus más de 60 años de historia. Para muchos, será solo una eliminatoria. Para el pueblo, será un antes y un después.
«Estamos viviendo días de ensueño», confiesa Juan Navarro, director deportivo y también jugador del equipo. «Ojalá muchos clubes modestos pudieran vivir esto alguna vez». Su voz mezcla cansancio y emoción. No es para menos. Trabaja en el ámbito sanitario y, cuando termina su jornada, se enfunda la ropa de entrenamiento. Como casi todos en este club, vive entre turnos, familia y fútbol. Pero ahora, entre todo eso, también vive un sueño.
El corazón del fútbol modesto
El Yuncos es el reflejo del fútbol de barrio. De ese que aún se respira en los pueblos y sobrevive entre voluntarios, socios y jugadores que madrugan para trabajar y entrenan al caer el sol. Navarro explica que esta oportunidad les permite dejar de ser humildes: «Por un día vamos a vivir el fútbol de una manera profesional. Aquí todo lo hacemos entre dos o tres personas«. Lo que en un club de primera lleva un departamento entero, en el CD Yuncos lo pueden cubrir desde la ilusión y con la ayuda del pueblo.
Por ello la localidad se ha volcado por completo. Entradas agotadas, camisetas nuevas, bares con bufandas amarillas. «La respuesta de la gente ha sido increíble», explica Navarro. Él no es de Yuncos, ni ve allí, pero la gente lo trata como si lo fuera: «Te paran en la calle, te preguntan por el partido, te mandan mensajes… Hemos conseguido que el pueblo se identifique con nosotros«.
Mario Jimeno, también jugador del equipo, lo siente igual: «Esto es un premio. El sueño de todo niño es jugar en Primera y, cuando eso se complica, la Copa te da esa oportunidad. Enfrentarte a un equipo de Primera es como un sueño, un premio a muchos años de constancia y trabajo». Mientras que el periodista José Antonio Duro, de la Cadena SER y el Diario AS, lo resume con claridad: «Le cambia la vida totalmente al Yuncos. Es un sueño efímero, sí, porque lo normal es que pierdan. Pero es una cuestión de ilusión. Esta eliminatoria le cambia la vida totalmente al Club Deportivo Yuncos».
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Por Pablo Ayerbe Caselles (@ayerbxx) pic.twitter.com/35t5XgG2ju
De hecho, Duro relata que para muchos aficionados este encuentro representa incluso más que lo que pudo haber sido el ascenso a Tercera RFEF. Juan Navarro, desde la humildad y su perspectiva personal, no puede estar más de acuerdo: «Si el día de la Solana, donde perdimos el ascenso, llegamos a saber esto, hubiésemos preferido jugar la Copa del Rey. Yo sé que es un chascarrillo que digo. Pero sí, yo creo que esto que estamos viviendo no se hubiese vivido ni con un ascenso a Tercera RFEF«. Y es que no es solo fútbol. Es identidad. Es un pueblo que gana todavía más orgullo. «Ahora vas a un bar, a un patrocinador, y todos te preguntan cómo va el equipo», comenta el director deportivo.
Competir sin perder la esencia del Yuncos
El equipo sabe que el reto deportivo es mayúsculo. El Rayo Vallecano llega desde la élite, en plena participación europea. Pero en el vestuario del Yuncos nadie habla de miedo. «Nervios, ninguno. Es una ilusión tremenda. Los jugadores solo piensan en disfrutar, porque quizá algunos no vuelvan a vivir algo así», asegura Navarro. En la misma línea, Mario Jimeno confirma que la consigna es clara, disfrutar: «El martes entrenamos con toda la atención del mundo, y el miércoles a disfrutar. Esto es un premio para todos«.
Navarro cuenta que el cuerpo técnico ha decidido mantener la normalidad. Los entrenamientos siguen el mismo ritmo de siempre, tres o cuatro sesiones por semana, sin alterar rutinas ni buscar gestos excepcionales. Consideran que la mejor forma de afrontar un partido así es hacerlo desde la naturalidad. Los días previos se reparten entre el trabajo, el balón y la expectativa creciente. Él mismo continúa con su jornada laboral habitual, compaginando sus responsabilidades profesionales con la preparación del encuentro. Admite que hay ansiedad (en su caso personal), pero también una energía positiva que recorre al grupo y que convierte la espera en un motivo de orgullo más que de presión.
Duro lo describe como una postal de autenticidad: «Son chavales de la zona. Enfermeros, gente que trabaja en almacenes de logística, en empresas de por allí. Gente normal que de repente va a jugar contra Isi Palazón«. Eso es lo que hace tan especial a la Copa del Rey. Donde un equipo de pueblo se puede medir a un Primera. Donde un chico, que trabaja ocho horas al día en una profesión convencional, se puede poner frente a un internacional.
Un equipo de estudiantes y trabajadores que busca forjar su historia
En Yuncos ya no se habla de otra cosa. Las bufandas se mezclan con el café de la mañana, los vecinos se saludan con un «¿ya tienes entrada?» y los niños llevan la camiseta del equipo como si fueran a salir ellos al campo. El pueblo entero se ha volcado al máximo para vivir este miércoles su noche grande.
Detrás de un equipo humilde hay un esfuerzo silencioso, invisible, que no se ve a través de los 90 minutos de retransmisión en televisión, pero que como explica Jimeno, une a trabajadores, jugadores y aficionados. «Desde la organización, el montaje, la venta de entradas, camisetas, bufandas… todo el pueblo está ayudando», para que el campo municipal parezca, por una noche, un estadio de Primera.
Desde que el equipo se cargó al Campanario, las ganas de enfrentarse a un equipo de LaLiga corren por las venas del vestuario como si fuera veneno. «Daba igual si nos tocaba el Getafe o el Rayo, la ilusión era la misma», reconoce el futbolista. Y lo cierto es que el pueblo respondió de la misma manera. Dos horas bastaron para colgar el cartel de no quedan entradas. Pero en este sentido, Juan Navarro sí reconoce que la mayoría de la plantilla prefería enfrentarse al conjunto rayista: «El Rayo es un equipo que le ves jugar y ves los jugadores que tiene y es un equipo profesional, pero que a la vez reúne muchos valores de lo que es el fútbol modesto».
Así vivimos el sorteo de la Copa del Rey en el @ValeriaSoul_VS #LaCopaMola pic.twitter.com/FE9BO6mpMv
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Ahora, con el Rayo Vallecano al otro lado del campo, sabe que el miércoles no será un día cualquiera. «Queremos que sea una noche histórica para el club, para nosotros y para el pueblo», asegura Jimeno. Y lo dice con la tranquilidad de quien ya ha ganado lo más importante, el orgullo de su gente. «Pase lo que pase, ya hemos ganado«, dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
La implicación de toda la plantilla se nota incluso en los detalles más pequeños. Los jugadores del Yuncos están entusiasmados por el reparto de camisetas, hasta el punto de que como describe Jimeno: «se ha convertido en un tema de conflicto«. «Todos quieren la camiseta de los jugadores más conocidos», pero a él le basta con tener «la suerte de jugar y defender a un jugador de Primera». Aunque bromeó con pedirle la elástica si algún jugador de la franja le hace una porra y le humilla delante de todo el pueblo.
El impulso de un pueblo
El impacto no es solo emocional. También económico. Lo sabe bien Navarro, que no esconde la importancia de este partido: «Hace cinco años el club estaba en negativo, con mucha deuda». Hoy, en cambio, el club puede decir que gracias a esta eliminatoria aseguran la viabilidad económica del club durante dos o tres años. José Antonio Duro confirma esas cifras: «Son palabras del propio club. Con gradas supletorias, con bebidas, con bufandas, con todo lo que se venda en el campo y, en definitiva, con la repercusión. Porque esto también hace que, en vez de que vayan 50 personas a un Yuncos – Talavera B, vayan 250».
La transformación del estadio es una metáfora del cambio. El «Villa de Yuncos» se ha convertido, en cuestión de días, en un pequeño coliseo de gradas supletorias y luces nuevas. La capacidad pasará de tres mil a casi cinco mil espectadores. «Jugamos en casa porque el Ayuntamiento quiso que jugáramos en casa«, reconoce Navarro. «Ellos han tenido un papel vital. Nos dijeron: ‘El partido se juega aquí’, y lo cumplieron. Han estado detrás de todo. Iluminación, seguridad, montaje. Sin ellos, esto no habría sido posible». Y mientras el club trabaja, el pueblo espera. «Esto es algo histórico. Todo el pueblo está arrimando el hombro«, insiste Mario Jimeno.
El miércoles, cuando el árbitro pite el inicio, Yuncos dejará de ser por un instante un club de Preferente. Juan Navarro tiene claro qué quiere que quede en la memoria colectiva: «Que recuerden que los chicos que jugaron aquel Yuncos-Rayo del 2025 lo hicieron por amor a este deporte. Ni mucho menos por dinero, sino porque es el deporte que les ha acompañado desde pequeños. Que recuerden que gracias al trabajo, al compromiso, al esfuerzo, han logrado un hito». Quiere que se acuerden de los jugadores y de todos los miembros del equipo que hacen que este logro sea posible. En vista de que, al final, en la noche de este miércoles el campo estará lleno, con las camisetas amarillas, las bufandas ondeando y la presencia de la afición del Rayo. Una imagen para que siempre se recuerde que, al menos por un día, el fútbol profesional bajó al pueblo.






