Mbappé pisa fuerte en la carrera por la Bota de Oro

El Real Madrid se impone 0-2 efrente a un Sevilla con 9 con goles de Mbappé y Bellingham
Mbappé y Bellingham celebrando el 3-0 del Real Madrid / Vía X/@Realmadrid

En un partido marcado por las expulsiones y la superioridad numérica, el Real Madrid venció al Sevilla 0-2 en el Sánchez-Pizjuán. Kylian Mbappé abrió el marcador en el minuto 75, sumando su 29º gol en LaLiga y acercándose al Pichichi y la Bota de Oro. Jude Bellingham cerró el marcador en el 87. El Sevilla sufrió las expulsiones de Loïc Badé en el minuto 12 y de Isaac Romero en el 46, lo que condicionó el desarrollo del encuentro.

El partido no necesitó demasiado tiempo para decantarse. A los 15 minutos, Loïc Badé cometió un error de bulto al frenar en seco a Mbappé cuando el francés se escapaba solo hacia portería. Roja directa, sin discusión. El Sevilla se quedó con diez y ya entonces se vio obligado a cambiar su planteamiento.

Entrenador del Sevilla FC, Caparrós
Entrenador del Sevilla FC, Caparrós / Vía: @SevillaFC

Lo peor llegaría al regreso de vestuarios. Isaac Romero, recién ingresado en el campo, realizó una entrada a destiempo sobre Tchouaméni en su primer balón. El árbitro no dudó: segunda roja directa del partido. Con 44 minutos por delante y dos jugadores menos, los de Caparrós quedaron condenado a resistir. El Madrid, sin necesidad de grandes alardes, supo esperar su momento.

La paciencia tuvo premio. En el minuto 75, tras varias intentonas sin claridad, apareció el de siempre. Mbappé recogió un balón en la frontal, lo orientó con un solo toque y soltó un derechazo seco, ajustado al palo. El gol número 29 en LaLiga para el francés, que sigue en la pelea por la Bota de Oro con Gyokeres y Salah.

Kylian Mbappé en un partido / Vía: Real Madrid CF
Kylian Mbappé en un partido / Vía: Real Madrid CF

El Sevilla, ya hundido física y anímicamente, apenas pudo sostenerse en pie. En el 87, Gonzalo García sirvió un balón templado con la cabeza desde la derecha que Jude Bellingham empujó al fondo de la red con temple. El inglés, que no atravesaba su mejor momento, celebró de un modo un poco descafeinado sabiendo que el partido ya estaba finiquitado.

La imagen del Sevilla fue preocupante. Más allá de las expulsiones, el equipo de Nervión nunca encontró argumentos para inquietar a Lunin ni mostró signos de rebeldía. Ni con once, ni con diez, ni con nueve. El equipo parece haber bajado definitivamente los brazos en una temporada para olvidar.

El Madrid, en cambio, no necesitó exhibirse. Jugó al ritmo que quiso, con posesiones largas y sin forzar. Ancelotti dosificó esfuerzos, rotó piezas y terminó el encuentro con una sonrisa serena: otra salida resuelta, otra hoja tachada. Con la Liga ya perdida y la mirada puesta en el Mundial de Clubes, los merengues demostraron que saben competir hasta en piloto automático.

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