El Girona se despide de Europa en primera ronda. En su primera aventura en la Champions League se ha visto superado por la exigencia del torneo y la calidad de sus rivales. A pesar de su buen juego, el equipo solo pudo sumar una victoria ante el Slovan Bratislava, quedándose lejos de la clasificación. Los de Míchel no le han cogido el pulso a la competición y su inexperiencia les ha pasado factura. Esto ha hecho que ambos equipos llegasen sin jugarse nada a este partido. El Arsenal ya clasificado entre los ocho primeros y el Girona ya eliminado.
Han tenido una pasarela de oro, desde París hasta Milán, pasando por Eindhoven y enfrentándose al Liverpool. El Girona vivió una experiencia única que terminó con sabor amargo. Su paso por Europa fue una sucesión de oportunidades frustradas, sin poder imponerse ante equipos de gran nivel. La derrota ante el Arsenal simbolizó el cierre de una participación que deja lecciones para el futuro.
Un duelo por el balón
El partido se presumía como una batalla por la pelota. Dos entrenadores del mismo perfil, pero los gunners dejaron claro que no iban a compartir ese privilegio y que ellos elegían a lo que se jugaba. El Arsenal impuso su estilo en Montilivi desde el inicio, monopolizando la posesión y desbordando por la banda izquierda con combinaciones entre Merino, Odegaard y Sterling. El equipo de Arteta explotó la fragilidad defensiva del Girona con un juego interior elaborado, logrando generar ocasiones claras, aunque sin concretarlas en los primeros minutos.
A pesar del dominio inglés, el Girona no se achicó y supo encontrar su momento. Míchel apostó por un planteamiento más resguardado y ataques rápidos al contragolpe, lo que permitió que Danjuma abriera el marcador.
Sin embargo, la alegría duró poco, ya que el Arsenal empató con un penalti de Jorginho y se adelantó con un gol de Nwaneri. El Girona intentó reaccionar con cambios, pero el Arsenal controló el partido con mayor solidez y profundidad. Aunque Stuani marcó en los minutos finales, el VAR anuló el tanto, y Pau López detuvo un penalti a Sterling como último destello de resistencia. El Girona se despide de Europa con un sabor agridulce para los catalanes, que esperan volver en el futuro.
