Las notas de la temporada del Barcelona 2024/25

Toca repasar quienes han sido los mejores
Lamine Yamal levantando el trofeo de Liga

El FC Barcelona puso el broche a la temporada 2024/25 levantando su 28.ª Liga tras imponerse con autoridad en Cornellá frente al Espanyol. Con esto se culmina un curso casi perfecto para los catalanes, siendo además el primero bajo el mandato de Hansi Flick. Los azulgranas también conquistaron la Copa del Rey y la Supercopa, y se quedaron a las puertas de la final de la Champions League. Con el telón ya bajado y sin nada en juego en el partido que les queda, es momento de hacer revisión de quiénes brillaron, quiénes sorprendieron y quiénes se quedaron cortos. Llega el boletín final del Barcelona de Flick.

Marc-André Ter Stegen 5: El alemán apenas tuvo margen para dejar huella. Comenzó el curso con buenas sensaciones, seguro bajo palos y atento en las salidas, pero en la jornada 6, frente al Villarreal, llegó una lesión que lo dejó fuera hasta el tramo final. Volvió ante el Valladolid en la jornada 34, y aunque dejó un par de intervenciones de mérito, Flick ya había tomado su decisión. En Champions, Copa y Supercopa no sumó minutos. Solo jugó 9 partidos en toda la temporada, encajando 11 goles. En el vestuario sigue siendo uno de los capitanes, pero su peso deportivo se ha reducido drásticamente. Y tras perder la titularidad ante Szczesny, el barcelonismo empieza a preguntarse si es momento de cerrar un ciclo. Su nombre ya no genera unanimidad. Temporada gris, atravesada por la lesión y sin influencia real en los éxitos del equipo.

Iñaki Peña 6: La lesión de Ter Stegen le abrió las puertas del once, y durante varias semanas, cumplió. No fue decisivo, pero sí fiable. Dejó buenas sensaciones en algunos partidos, especialmente en el 0-4 del Bernabéu, donde firmó una gran noche ante Mbappé y compañía. Sin embargo, la llegada de Szczesny lo borró por completo del mapa a partir de enero. Le faltó continuidad y, quizá, carácter para sostener el puesto cuando empezaron las dudas. No desentonó, pero tampoco se ganó el derecho a quedarse. Dio lo que tenía. Y aunque su techo parece más bajo que el de un portero para el Barcelona, cumplió con profesionalidad. La portería del primer equipo, eso sí, parece quedarle grande para el futuro.

Wojciech Szczesny 8: Nadie lo vio venir. Retirado tras la Eurocopa 2024, el polaco atendió la llamada de emergencia del Barcelona y acabó levantando una Liga, una Copa y una Supercopa. Su historia es una rareza que solo el fútbol puede explicar. Aterrizó en octubre, tardó un poco en hacerse con el puesto, pero desde enero fue indiscutible. Determinante en grandes noches, como la remontada ante el Benfica o la final de Copa contra el Madrid. Aunque también cometió errores, especialmente en la ida contra el Inter. Pero su experiencia, temple y carisma lo convirtieron en un guardián inesperado, y querido por todos. A sus 35 años, está por ver si seguirá. Pero si no lo hace, se irá como un campeón y como uno de los grandes relatos de esta temporada.

Jules Koundé 9.5: Inmenso. En lo físico, en lo emocional y en lo futbolístico. El lateral francés ha firmado la temporada de su consagración con la camiseta del Barcelona. Nunca se borró, nunca bajó la guardia, y siempre respondió en los grandes escenarios. Fue el guardaespaldas perfecto de Lamine Yamal en la banda derecha, y terminó firmando la postal más épica de la temporada con su gol agónico al Real Madrid en la final de la Copa del Rey. Koundé ha pasado de ser discutido a indiscutible. Lo ha jugado casi todo, ha rendido siempre, y ha sido el bastión invisible que sostuvo la defensa cuando más se necesitaba. Su baja en el tramo final, justo antes de las semifinales de Champions, fue un golpe demoledor para un equipo que soñaba con el Triplete. El culé ya no duda: Jules es uno de los suyos.

Héctor Fort 5: Apareció poco, pero dejó detalles. En un equipo donde la competencia era feroz, y la exigencia aún más, el joven lateral supo esperar su momento sin hacer ruido. Fort tuvo minutos contados, pero importantes, dejó buena imagen en el Clásico liguero en Montjuïc y se fogueó en el infierno de San Siro, aunque ahí se le notó la falta de experiencia. Flick lo ha mimado, lo ha formado, y lo ha hecho crecer. No fue un curso de protagonismo, pero sí de aprendizaje. De esos jugadores que, sin brillar, construyen futuro. La Masia está en su ADN y su sitio en la plantilla, aunque secundario, es motivo de orgullo para el proyecto.

Eric García 7.5:De descarte a comodín de confianza. Eric ha tenido una de esas temporadas que reescriben carreras. Su nombre sonaba más en la lista de salida que en las alineaciones, pero Flick le rescató y él respondió con profesionalidad y compromiso. Jugó como central, como lateral, incluso como mediocentro, y cumplió en todas. Marcó goles importantes ante Benfica, Inter y Real Madrid. Terminó el curso siendo uno de los más utilizados en el tramo decisivo, dejando atrás los prejuicios. Nunca será el más espectacular, pero ha aprendido a ser útil, y eso, en este Barcelona competitivo, vale oro.

Andreas Christensen (Sin calificar): Una temporada para el olvido. O mejor dicho, para ser olvidado por las lesiones. Christensen apenas sumó minutos por una dolencia que lo tuvo en el dique seco durante buena parte del año. Mostró detalles de su jerarquía cuando estuvo disponible, pero fue tan poco que no se puede evaluar su rendimiento con justicia.

Pau Cubarsí 9: No es solo futuro, es presente. Con 18 años, el central de Estanyol ha demostrado una madurez impropia para su edad. Inteligente, sobrio, veloz al corte, imperial por arriba y valiente con la pelota. Ha sido el central más fiable del equipo durante toda la temporada, construyendo con Iñigo Martínez una dupla de ensueño. Él no se arruga. Ha jugado clásicos, eliminatorias de Champions, finales… y siempre ha estado a la altura. Incluso se animó a marcar, ante el Atlético, en una semifinal copera que lo terminó de consagrar. Si tuvo algún error, fue por exceso de atrevimiento. Y eso, con 18 años, es motivo de esperanza.

Iñigo Martínez 9: Veteranía, garra y liderazgo. El central vasco ha vivido su mejor temporada desde que llegó al club. Venía para ser suplente, pero se ganó el puesto desde el primer mes. Su sociedad con Cubarsí fue perfecta, uno ponía la experiencia, el otro el descaro, y ambos firmaron una de las mejores parejas defensivas del curso en Europa. Iñigo no le temió a nadie. Ha sido un pilar silencioso, el primero en dar la cara y el último en rendirse. A sus 34 años ha alcanzado una plenitud inesperada. Merece seguir. Porque hay centrales más altos, más rápidos o más técnicos… pero pocos que entiendan el oficio como él.

Ronald Araujo 3: La temporada del uruguayo ha sido una caída libre. Lesionado durante meses, cuando reapareció lo hizo sin ritmo, sin confianza y, lo más grave, sin impacto. Su rol de líder en la zaga se evaporó, y en el tramo decisivo, cuando más se necesitaba su contundencia, fue el protagonista negativo en la acción del 3-3 en Milán y también quedó retratado en la prórroga. Flick dejó de contar con él en los momentos clave y ahora su futuro es más una incógnita que una certeza. Se le ha visto superado por el modelo de juego y su lenguaje corporal transmite una desconexión preocupante. El Barcelona necesita centrales que manden, no que duden.

Alejandro Balde 8.5: Ha dado un paso adelante esta temporada, sobre todo en ataque. Potente, veloz, atrevido. Se complementó muy bien con Raphinha en la izquierda y volvió locas a muchas defensas con sus llegadas desde atrás. Sus 10 asistencias dan fe de su crecimiento ofensivo. El gol en la final de la Supercopa ante el Real Madrid fue la guinda. La lesión en el tramo final lo privó de firmar una temporada redonda, pero su evolución es evidente, estuvo más maduro, más concentrado, mejorando en defensa y con mucho margen para seguir creciendo. Si las lesiones lo respetan, tiene todo para ser uno de los mejores laterales del mundo. Flick ha encontrado en él un jugador al que moldear desde lo físico y lo táctico.

Gerard Martín 7: Pocos jugadores han dado un vuelco tan radical a su narrativa como él. Debutó en verano y fue señalado de forma cruel tras algún error temprano, pero tuvo el coraje y el temple para darle la vuelta. Flick le fue dando minutos y confianza, y el canterano respondió. En partidos clave como el Clásico en Montjuïc o la vuelta de la semifinal ante el Inter, no desentonó. Dio 6 asistencias y hasta marcó un gol, cumpliendo con creces como suplente de Balde. No será un lateral titular indiscutible, pero se ha ganado el respeto del vestuario y del entrenador. En un año de exigencia máxima, Gerard ha pasado de ser duda a un recurso útil.

Marc Bernal (Sin calificar): Debutó con la ilusión intacta y con tres actuaciones iniciales que despertaron un gran entusiasmo. Mostró firmeza en el pase, sobriedad en el corte y una madurez impropia de sus 17 años. Flick lo supo ver y le entregó las llaves del pivote sin titubeos. Pero el fútbol también es cruel, y una lesión de cruzado en Vallecas cortó de raíz lo que prometía ser una irrupción brillante. Se le espera en verano como un fichaje más, con su clase y su personalidad, puede ser clave en la 2025/26.

Marc Casadó 9: El alma competitiva del mediocampo azulgrana. Casadó fue una de las apuestas de Flick desde el inicio y no tardó en hacerse imprescindible. Rápido en el corte, limpio en la salida, y siempre atento a corregir a los demás, dio estabilidad a un centro del campo que a menudo se inclinaba hacia el vértigo. La lesión de Bernal le abrió la puerta, y sin De Jong en los primeros meses, hizo con Pedri una sociedad excelentemente sincronizada. Una lesión en el tramo final del año impidió que cerrase su temporada como merecía, pero sin duda es presente y futuro del club.

Frenkie de Jong 8: Del escepticismo a la redención. La temporada empezó con dudas sobre su continuidad y concierta irregularidad en el juego. Pero con el paso de las jornadas, el neerlandés volvió a brillar en su mejor versión, como interior con libertad para conducir, filtrar y romper líneas. Con Flick encontró una estructura táctica que lo potenció y, con Pedri, hizo fluir al equipo en los momentos más exigentes. No es un líder carismático, pero su influencia en el juego es incuestionable. Cuando el ex del Ajax se activa, el Barcelona respira. Su renovación parece más cercana y con razón, ha vuelto a ser imprescindible.

Pedri 10: El alma del Barça y el metrónomo del fútbol europeo. Esta temporada ha alcanzado un nivel superlativo, convirtiéndose en el mejor centrocampista del mundo y, seguramente, el jugador más determinante de LaLiga. Ha disputado más de 4.500 minutos a un ritmo altísimo, firmando 6 goles y 8 asistencias, pero su aportación va mucho más allá de los números. Encarna como nadie el concepto de centrocampista total: pausa y aceleración, toque corto y cambio de orientación, regate en espacios cortos y sacrificio defensivo. Siempre presente entre líneas, ha llevado la batuta de un Barcelona vertical y ambicioso.

Su temporada ha sido una sinfonía de decisiones correctas. Sin lesiones, su techo parece inalcanzable. Lo mejor es que no juega como si tuviera 21 años, juega como si hubiera visto pasar tres generaciones de mediocampistas por delante. El balón lo escucha. El campo lo respeta. Y el fútbol, simplemente, lo sigue. Candidato al Balón de Oro.

Gavi 5: Una temporada de transición. Tras una grave lesión de rodilla que lo apartó la mayor parte del curso anterior, Gavi ha ido recuperando ritmo de competición de a poco. No ha alcanzado todavía su mejor versión, y en el tramo final de temporada se ha visto superado por la irrupción de jugadores como Fermín o Dani Olmo, pero su entrega sigue intacta. Flick ha sabido utilizarlo como recurso en distintos roles del centro del campo, gracias a su capacidad para jugar en las tres alturas. La 2025/26 debe ser el año de su consolidación. Sigue siendo un jugador valioso, con ADN Barça y carácter competitivo. El escudo lo siente como pocos.

Pablo Torre (Sin calificar): Gran talento en pausa. El cántabro ha tenido una participación testimonial a lo largo de la temporada, lastrado por la enorme competencia en la zona creativa del equipo. Aun así, cuando le tocó jugar, respondió con buenas actuaciones. Sin embargo, su falta de continuidad y la superpoblación de mediapuntas obligan a replantear su futuro. Salvo sorpresa, buscará minutos fuera de Barcelona este verano. Talento de sobra, pero sin espacio en el equipo.

Dani Olmo 8: El fichaje estrella llegó para elevar el techo técnico del equipo, y cumplió con creces. Vertical, dinámico y asociativo. Cuando ha estado sano, ha sido un quebradero de cabeza para las defensas rivales gracias a su lectura del juego entre líneas y su golpeo. Ha firmado una temporada notable con 11 goles y 7 asistencias, aunque las lesiones han interrumpido su regularidad en algunos tramos. Aun así, Olmo ha demostrado ser un recurso diferencial para Flick, y su conexión con Lamine, Raphinha y Pedri ha sido oro puro. La sensación es que, con continuidad física, su techo aún está por descubrir.

Fermín López 8.5: Este curso ha sido el de su consolidación definitiva como uno de los valores más firmes del nuevo Barça. Fermín ha sido sinónimo de energía, valentía y determinación. Jugara por dentro o caído a banda, siempre aportó llegada, carácter y ese instinto goleador tan suyo que ya no sorprende a nadie. A sus 20 años, es un futbolista maduro, y lo ha demostrado apareciendo en noches grandes, como en Cornellà, donde cerró el título de Liga con un gol que pasará a la historia. Ha peleado por un sitio con Dani Olmo durante todo el año, y aunque el catalán haya sido el titular más habitual, el onubense nunca bajó los brazos. Flick lo considera imprescindible en su rotación ofensiva, y la afición lo adora. Justo reconocimiento a una temporada magnífica.

Pau Víctor (Sin calificar): Una pretemporada notable le abrió la puerta del primer equipo, pero la realidad de la élite le situó en un rol testimonial. Pau ha tenido poco más de 300 minutos a lo largo de la campaña, en los que mostró ganas, entrega y algún destello en el desmarque. Sin embargo, la competencia feroz en ataque le ha relegado a un segundo plano. Como delantero de rotación ha cumplido, pero su futuro parece pasar por una cesión que le permita desarrollarse con continuidad y sin la presión del Barcelona. Trabajo no le falta, pero necesita minutos.

Ansu Fati (Sin calificar): Ni estuvo ni se le esperó. La temporada de Ansu Fati ha sido, simplemente, un vacío. Entre lesiones, enfados y una desconexión evidente con la idea de Flick, el canterano apenas ha contado. Jugó minutos intrascendentes, no marcó, no asistió y no logró demostrar ni una chispa de aquel talento que en otro tiempo ilusionó a todo el barcelonismo. Su situación contractual complica una salida sencilla, pero lo cierto es que el Barcelonaya no le espera. Está fuera del proyecto. Por respeto a su historia, se merece una oportunidad en otro entorno más amable. Aquí, hoy por hoy, es historia pasada.

Ferran Torres 8.5: Pocos jugadores han sabido reinventarse como él. De suplente habitual a delantero de referencia en los momentos decisivos, el valenciano ha completado su mejor temporada como azulgrana. Marcó en todas las rondas de la Copa del Rey, firmó goles determinantes en Liga y demostró ser un delantero de recursos. La confianza de Flick, su incansable trabajo en silencio y su polivalencia le han consolidado como un jugador esencial en la plantilla. Suma 19 goles y 7 asistencias en un curso en el que muchos le veían fuera en enero. Hoy, nadie discute su sitio. El Barcelona tiene ‘Tiburón’ para rato.

Lamine Yamal 10 y MVP: El arte tiene muchas formas, y este año el fútbol encontró la suya en los pies de un adolescente de Mataró. Con apenas 17 años, Lamine Yamal no ha sido solo el jugador más determinante del Barcelona, sino también una de las figuras más mágicas y extraordinarias del fútbol mundial. Su temporada no ha sido buena, ha sido legendaria. No se puede hablar de este Barça sin hablar de él. Porque cada victoria, cada remontada y cada momento de felicidad en Montjuïc ha pasado, de una forma u otra, por sus botas. Ha sido una belleza continua, un canal por el que el talento fluía con naturalidad desconcertante.

Tuvo recitales ante el Real Madrid, el Atlético, el Inter o el Benfica, noches en las que, como Messi antes, lo único que necesitaba era un metro cuadrado para generar una genialidad. Con él ha vuelto la certeza de que, ocurra lo que ocurra, el Barça tiene al mejor. Una certeza que solo los elegidos traen consigo, que no se enseña ni se entrena. Es esa fe inconsciente que se dispara cuando Yamal encara, amaga, frena o acelera. Esa sensación de estar ante algo irrepetible. Flick supo desde el primer día lo que tenía entre manos. Le dio libertad, responsabilidad y el escenario.

Ya no es una promesa. Es una certeza. Una estrella nacida en la Masia, destinada a dominar el futuro. Con su zurda, Lamine Yamal ha devuelto al Barcelona al lugar donde pertenece. Y eso que aún no puede conducir un coche.

Raphinha 10: El salto de Raphinha ha sido colosal. En apenas un año ha pasado de ser un extremo intermitente a convertirse en una referencia ofensiva. Su temporada es, sin duda, de Balón de Oro. Ha firmado 34 goles y repartido 25 asistencias, cifras al alcance de muy pocos. Raphinha ha sido el motor emocional del equipo, un líder que lo ha dado todo en cada jugada, en cada presión, en cada balón dividido. Su actitud contagiosa, su capacidad de reinventarse como generador y finalizador, y su conexión eléctrica con Lamine y Lewandowski han sido claves para que el Barcelona de Flick terminara campeón. Incluso en sus pequeños baches de forma, siempre estuvo presente cuando más se le necesitó. Hoy, nadie duda, es uno de los mejores extremos del mundo, y su candidatura al Balón de Oro no es una utopía, es una realidad respaldada por fútbol, coraje y entrega.

Robert Lewandowski 9: Cuando muchos pensaban que el polaco ya había dado lo mejor de sí, Lewandowski ha respondido con una temporada demoledora. Con 40 goles entre todas las competiciones, ha vuelto a ser el artillero implacable que dominó Europa durante más de una década. Bajo el mando de Flick, su papel ha cambiado, menos carga en la presión, más concentración en lo que mejor hace, golear. Y vaya si lo ha hecho. Además de su efectividad, ha demostrado una química sublime con los extremos del equipo formando un tridente que ha maravillado a propios y extraños. Es cierto que su tramo final de curso fue más discreto, pero si se mantiene físicamente competitivo, tiene cuerda para seguir liderando el ataque culé una temporada más.

Hansi Flick 10: El 29 de mayo de 2024, con un Camp Nou cerrado por obras y una afición marcada por el desencanto, el Barça anunció a Hansi Flick. Nadie podía imaginar entonces que aquel técnico alemán, que hablaba poco español, estaba a punto de devolver al barcelonismo la ilusión perdida. Flick ha sido mucho más que un entrenador, ha sido arquitecto, pedagogo y protector. Construyó un equipo que desbordó energía, convicción y fútbol. En su primera temporada, conquistó Liga, Copa y Supercopa. Pero sobre todo, conquistó una identidad. El Barcelona volvió a reconocerse en el balón, en la presión y en la posesión.

Se apoyó en los jóvenes y resucitó a los veteranos. Creyó en Raphinha, en Fermín, en Eric García. Apostó por Lamine Yamal sin miedo, y le dio las llaves del futuro. Devolvió la mejor versión de Pedri, reubicó a De Jong, y convirtió a Koundé en un referente. Supo castigar cuando tocaba, rotar sin debilitar, y exigir sin romper. Fue valiente incluso cuando no tocaba, como en la defensa adelantada ante el Inter, y aunque a veces eso costó caro, nunca traicionó sus principios. Con Flick, el Barcelona no solo ha ganado, ha emocionado. Ha recordado al mundo lo que significa jugar bien. Esta temporada ya forma parte de la historia del club. Y si el técnico alemán decide quedarse, es muy posible que sea solo el primer capítulo de una era memorable.

Compartir:

Últimas Noticias

Opiniones